Ian McEwan (1948) es uno de los escritores actuales más reconocidos en el Reino Unido. Sus novelas se traducen a numerosos idiomas y algunas han sido llevadas al cine (Expiación, Endurin love...)
Me gusta McEwan porque da a sus novelas una vuelta de tuerca que me parece sorprendente. Deja que nos llevemos por el corazón de un suceso que se presenta como principal y, de repente, un personaje o un elemento secundario se impone sobre lo anterior que, de pronto, deja de ser necesario y sustancial.
En Amor perdurable el suceso que desencadena todo es un accidente de globo. Joe y su novia Clarissa están disfrutando de una merienda campestre en un paraje maravilloso. Un suceso inesperado, aparentemente ajeno a sus vidas, va a determinar el futuro de su relación amorosa: un hombre y su nieto pierden el control del globo en el que volaban. Algunas personas, entre ellas Joe, el protagonista, acuden en su ayuda intentando sujetar las cuerdas del globo. Cuando todo parece controlado, una reacción del piloto causa que alguien suelte una cuerda y todos a continuación debido a que el globo toma altura. Excepto uno, John Logan, que no se suelta y acaba cayendo al vacío. A partir de este terrible suceso que viven Joe y Clarissa (algo que contar en los días siguientes a los amigos, en el trabajo...) la vida de estos da un giro sustancial: uno de los que ayudaron a sujetar el globo, Jed Parry, acosa a Joe. Ya en el momento del accidente sorprendió a éste al pedirle insistentemente que rezaran juntos. A la noche siguiente le llama por teléfono y le declara su amor. Le deja mensajes en el contestador, le espera durante horas en la puerta de su casa, le envía largas cartas...
Que Parry es un loco ya se veía desde el principio. Que a Joe todo se le pone en contra también: Clarissa primero frivoliza sobre el hecho de la declaración de amor, después acusa a Joe de obsesionarse con el tipo y de no saber encarar la situación. La policía tampoco es de gran ayuda: no hay amenazas, no hay agresión...Nada puede hacerse.
Que la maravillosa relación de esos dos seres guapos, triunfadores, acomodados en su éxito iba a hacer aguas, era evidente. Por otra parte, el discurso cientifista de Joe es un contraste más que esperado ante el fanatismo irracional de Perry.
El estilo narrativo que utiliza McEwan tampoco es muy original: narrador en 3ª y 1ª, las cartas de Parry, una carta de Clarissa al final, y un largo informe médico que explica la enfermedad de Parry y que incluye una larga bibliografía.
Parece que todos son evidencias, ¿no?. Sin embargo, la novela seduce (o será que soy mujer fácil). Me gustan esas “evidencias” de las que se sirve McEwan: el evidente amor incestuoso de Jardín de cemento; la trampa –anunciada, previsible, en la que Mary y Robert se encuentran por casualidad en su viaje a Venecia en El placer del viajero...; la “inocente” acusación –se veía venir- de una niña en Expiación...
McEwan explora un aspecto de la realidad y de la vida actual que resulta siniestro y terrible desde lo convencional y lo conocido. Desvela, en parte, y no sé si es su intención, la mediocridad y el cinismo que adornan nuestros tiempos. Los protagonistas son bellos, cultos, sensibles, acomodados. Clarissa es profesora de literatura inglesa, experta en Keats, sensible y culta. Es amable y capaz de escuchar, pero también es egoísta. La obsesión de Joe por ese desconocido hace que pierda interés por ella. Joe, por su parte, es un científico metido a articulista que de vez en cuando sufre pinchazos de ansiedad por no haber insistido en su carrera científica. Su mente racional no le protege de la obsesión del loco, y le hace comprar una pistola porque siente que es la única manera de enfrentarse al problema. Ellos, tan afortunados, no parecen estar más dotados que otros –que el débil Parry- para defenderse de esas pequeñas “adversidades” que se presentan desde lo más cotidiano.
Me gusta McEwan porque da a sus novelas una vuelta de tuerca que me parece sorprendente. Deja que nos llevemos por el corazón de un suceso que se presenta como principal y, de repente, un personaje o un elemento secundario se impone sobre lo anterior que, de pronto, deja de ser necesario y sustancial.
En Amor perdurable el suceso que desencadena todo es un accidente de globo. Joe y su novia Clarissa están disfrutando de una merienda campestre en un paraje maravilloso. Un suceso inesperado, aparentemente ajeno a sus vidas, va a determinar el futuro de su relación amorosa: un hombre y su nieto pierden el control del globo en el que volaban. Algunas personas, entre ellas Joe, el protagonista, acuden en su ayuda intentando sujetar las cuerdas del globo. Cuando todo parece controlado, una reacción del piloto causa que alguien suelte una cuerda y todos a continuación debido a que el globo toma altura. Excepto uno, John Logan, que no se suelta y acaba cayendo al vacío. A partir de este terrible suceso que viven Joe y Clarissa (algo que contar en los días siguientes a los amigos, en el trabajo...) la vida de estos da un giro sustancial: uno de los que ayudaron a sujetar el globo, Jed Parry, acosa a Joe. Ya en el momento del accidente sorprendió a éste al pedirle insistentemente que rezaran juntos. A la noche siguiente le llama por teléfono y le declara su amor. Le deja mensajes en el contestador, le espera durante horas en la puerta de su casa, le envía largas cartas...
Que Parry es un loco ya se veía desde el principio. Que a Joe todo se le pone en contra también: Clarissa primero frivoliza sobre el hecho de la declaración de amor, después acusa a Joe de obsesionarse con el tipo y de no saber encarar la situación. La policía tampoco es de gran ayuda: no hay amenazas, no hay agresión...Nada puede hacerse.
Que la maravillosa relación de esos dos seres guapos, triunfadores, acomodados en su éxito iba a hacer aguas, era evidente. Por otra parte, el discurso cientifista de Joe es un contraste más que esperado ante el fanatismo irracional de Perry.
El estilo narrativo que utiliza McEwan tampoco es muy original: narrador en 3ª y 1ª, las cartas de Parry, una carta de Clarissa al final, y un largo informe médico que explica la enfermedad de Parry y que incluye una larga bibliografía.
Parece que todos son evidencias, ¿no?. Sin embargo, la novela seduce (o será que soy mujer fácil). Me gustan esas “evidencias” de las que se sirve McEwan: el evidente amor incestuoso de Jardín de cemento; la trampa –anunciada, previsible, en la que Mary y Robert se encuentran por casualidad en su viaje a Venecia en El placer del viajero...; la “inocente” acusación –se veía venir- de una niña en Expiación...
McEwan explora un aspecto de la realidad y de la vida actual que resulta siniestro y terrible desde lo convencional y lo conocido. Desvela, en parte, y no sé si es su intención, la mediocridad y el cinismo que adornan nuestros tiempos. Los protagonistas son bellos, cultos, sensibles, acomodados. Clarissa es profesora de literatura inglesa, experta en Keats, sensible y culta. Es amable y capaz de escuchar, pero también es egoísta. La obsesión de Joe por ese desconocido hace que pierda interés por ella. Joe, por su parte, es un científico metido a articulista que de vez en cuando sufre pinchazos de ansiedad por no haber insistido en su carrera científica. Su mente racional no le protege de la obsesión del loco, y le hace comprar una pistola porque siente que es la única manera de enfrentarse al problema. Ellos, tan afortunados, no parecen estar más dotados que otros –que el débil Parry- para defenderse de esas pequeñas “adversidades” que se presentan desde lo más cotidiano.
Me encanta Ian MacEwan: es inquietante y deliciosamente "british"...He ido devorando ( con ansias en amores inflamada) todas sus novelas desde que lo descubrí, hace ya bastantes años.
ResponderEliminarCómo no iba a gustarte también a ti, querida Carlota. Nunca tuve ninguna duda al respecto.
Forma parte de una estupenda generación de narradores británicos: Julian Barnes, Martin Amis, David Lodge...Yo que tú le sería infiel ( a Iam) con alguno de ellos: no te defraudarán.
Gracias por la sugerencia, querida emperatriz; de Lodge no he leído nada, así que me lanzo rauda y veloz a los estantes de la Biblioteca (un saludo, si me está leyendo, a la amable bibliotecaria de Canillejas. De Barnes leí "Arthur y George" y me encantó. Muy interesantes estos ingleses.
ResponderEliminarnecesito descargarlo...tendras el link por casualidad?
ResponderEliminarpanxakuss_2@hotmail.com
estare agradecida
Pues, no, Francisca, no lo tengo, lo siento. Supongo que habrás buscado en "Google book's" o similar, ¿no? Imagino que no será fácil encontrar novelas contemporáneas. Un saludo.
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