miércoles, 21 de julio de 2010

ROSEANNA


Siguiendo unas recomendaciones de Joselu, este verano he buscado alguna novela de la pareja sueca Maj Sjöwall y Per Wahlöö y me he encontrado con Roseanna (Barcelona, RBA, 2007). Sjöwall y Wahlöö escribieron diez novelas con el inspector Martin Beck como protagonista entre 1965 y 1975. Roseanna es la primera de ellas.
A ambos se les considera pioneros en el género de la novela negra actual: sus novelas no se basan sólo en la resolución de un crimen y en la intriga que esto genera, sino en la mirada crítica de la sociedad actual y en la importancia que tiene el investigador, personaje redondo al que lector puede acabar conociendo más que a su propio padre. También porque nos muestran que la pasta de los detectives es la misma que la de cualquier mortal, así como las cloacas y las fisuras de la sociedad del bienestar. Wahlöö y Sjöwall se conocieron en los primeros 60 en una revista para la que ambos trabajaban. Ella había trabajado como periodista y traductora. Él se dedicaba a los sucesos, a las crónicas políticas y a escribir novelas. Compartían profesión, amor a la literatura e ideología de izquierdas. Afiliados al Partido Comunista durante algunos años, fueron muy críticos en sus novelas con la próspera y modélica Suecia de los 60.
(Puedes leer
aquí y aquí un par de entrevistas muy interesantes realizadas a la escritora sueca; Per Wahlöö murió en 1974).

Martin Beck, el protagonista de la serie, es un subinspector muy bien considerado en la profesión pero sin ninguna ambición por medrar. En esta primera novela, es un tipo de unos cuarenta años, delgado, moreno, de aspecto sano y ojos claros, discreto, infelizmente casado con Inga, un par de años mayor que él, y con dos hijos: Rolf e Ingrid, que cumple trece años durante la investigación. Vive en Estocolmo. El caso de Roseanna le absorbe durante más de medio año, hecho que no deja pasar su mujer para reprocharle el poco tiempo que pasa en casa. La muchacha ha aparecido muerta en el fondo de un lago, con evidentes signos de haber sido estrangulada. Estamos en julio y es una zona muy frecuentada por turistas que viajan en los barcos que se pasean por el lago Boren. Hasta Motala, la ciudad más próxima, debe viajar Martin junto con su equipo, Melander y Kollberg, de los que destaca Beck su capacidad de observación, su perseverancia y su optimismo. Allí trabajarán también con Ahlberg, el fiscal de Motala, aunque será en Estocolmo donde resuelvan el caso. A Beck y a sus compañeros el caso les parece un rompecabezas desde el primer momento. Una chica a la que nadie parece echar de menos. Los datos van llegando poco a poco: su nombre, su origen, su vida, su presencia en el barco...De la misma manera, se van sucediendo los interrogatorios, el examen del lugar del crimen, las llamadas telefónicas, las pesquisas sobre la joven...A mí me ha gustado mucho el estilo directo, casi cortante, de los autores. Los interrogatorios se reproducen dejando de lado al narrador. Me ha gustado también el estilo meticuloso de Beck (hubiera hecho milagros con un móvil y con Internet), su intuición y su paciencia: listas que se repasan una y otra vez, fotografías, registros, análisis de huellas dactilares...El prólogo de esta edición lo hace Henning Mankell, quien reconoce la enorme deuda que tiene su obra con la de Sjöwall y Wahlöö. La misma Maj reconoce en una de esas entrevistas el parecido entre Kurt Wallander y Martin Beck: la mala alimentación, las molestias físicas, el tabaco o las desavenencias familiares son elementos comunes a ambos detectives.


Esto de comer mal o de tener una vida amorosa insatisfecha debe de ser cosa de los detectives nórdicos, o de los americanos tipo Philip Marlowe, que se mantenía de cigarrilos, whisky y café. Los mediterráneos como Carvalho, Brunetti, Montalbano o Jaritos tienen, por el contario muy, pero que muy buen diente. Pero ésa es otra cuestión.