jueves, 30 de mayo de 2013

LA CABEZA DEL DRAGÓN

Valle-Inclán fotografiado en su casa
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Parece que este curso, en 2º de ESO, sin proponérnoslo, nos hemos dado un paseo, no excesivamente largo pero sí muy intenso, por los alrededores de la Generación del 98. Primero fue ese delicioso paseo con Antonio Machado, y ahora, en este final de primavera cuasi otoñal, nos hemos enganchado  del bracete de Don Ramón, y con algo que hacía estupendamente bien: el teatro. Por ello, como los niños que somos, hemos leído en clase La farsa infantil de la cabeza del dragón, y estamos a puntito de acabar estas tareas que pretenden, al hilo y después de la lectura, acercarnos un poquito a uno de las cabezas más fértiles de todos los tiempos.
El tono de farsa y de cuento infantil de la obrita es una delicia que nos ha hecho reír, pero  no se les han pasado por alto los mandobles que el bueno de Valle reparte a algunos de sus contemporáneos, especialmente a la realeza, ni cómo el autor a veces rompe el tópico que uno espera encontrarse en esta historia dedicada a los niños: Espandián, el "malo", por ejemplo, más que malo es un "lechuguino", como le llama su mujer, Geroma, al encontrarle vencido en su intento de engañar a la corte presentándose como el paladín de la infantina. Tanto es así, que uno de mis alumnos, después de leer esto:

EL PRÍNCIPE POMPÓN.-  ... El aire, el humo y el vacío son los tres elementos en que viven más a gusto los sabios.
EL PRÍNCIPE AJONJOLÍ.-  ¡Bien dice el príncipe Pompón! ¿No vemos al primer ministro del rey, nuestro padre? ¡Unos dicen que tiene la cabeza llena de humo! ¡Otros de aire! ¡Y otros que vacía!
EL PRÍNCIPE POMPÓN.-  ¡Y, sin embargo, todas las gacetas ponderan sus discursos y pregonan que es un sabio, príncipe Ajonjolí! El rey, nuestro padre, le confía el gobierno de sus Estados.
EL PRÍNCIPE VERDEMAR.-  Pero ya sabéis lo que dice la reina, nuestra madre, cuando le repela las barbas al rey, nuestro padre: ¡Una casa no se gobierna como un reino! ¡Una casa requiere mucha cabeza! Y el rey, nuestro padre, le da la razón.
EL PRÍNCIPE AJONJOLÍ.-  Porque es un bragazas. Pero el primer ministro no se la da, y dice que todas las mujeres, reinas o verduleras, son anarquistas.
(Escena I)

O esto: 

"Si corriste mundo, habrás visto cómo en España, donde nadie come, es la cosa más difícil el ser gracioso. Sólo en el congreso hacen allí gracia las payasadas. Sin duda porque los padres de la Patria comen en todas partes, hasta en España. Por lo demás, si no cobré mis salarios, fue por estar vacías las arcas reales.
[...] ¡Gasta mucho esa gente!

(Escena II)

preguntó si esta obra se acababa de escribir ahora, en nuestros días. No, le dije yo, pero cien años después, este Valle está más vivo que nunca. Ay, si  levantara la cabeza...


martes, 21 de mayo de 2013

ATRAPADOS EN LA MONTAÑA

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Atrapados en la montaña. (Minho)

   La avalancha había tapado todas las puertas y ventanas. Dejé que Taemin se peleara con el fuego y recé para que no acabáramos saliendo en llamas. Era tan sumamente torpe cuando se lo proponía…

    Me dirigí a la cocina a por el teléfono, sin muchas esperanzas de que hubiera línea. Tal y como esperaba, no funcionaba. Pensé en utilizar el teléfono móvil, pero estaba sin batería. Tal vez el de Taemin… No, imposible. Habíamos vuelto a la cabaña precisamente porque no lo encontraba.

   Sopesé todas nuestras posibilidades y llegué a la conclusión de que, por mucho que quisiéramos ayuda, estábamos aislados. Deseé que Taemin no hubiera perdido el móvil, así no tendríamos que haber venido y la avalancha nos hubiera pillado fuera, junto a Key, Onew y Jjong. Esperaba que esos tres estuvieran bien y que, en una escapada romántica, Jjong y Key no hubieran abandonado a Onew.
   Nuestra supervivencia era lo más importante. Debía comprobar nuestros víveres y ropa para calentarnos. Una vez comprobado los escasos alimentos que nos quedaban después de una semana de convivencia, recordé el motivo de nuestra salida tras haber pasado el día fuera: hacer la compra.
   No me rendí y seguí buscando en cajones y armarios. Al final, sólo encontré un libro de supervivencia. Agradecí mi suerte y me dirigí al segundo piso en busca de mantas. Podía escuchar cómo Taemin tiraba todo a su paso cada vez que hacía algo. No pude evitar una sonrisa.

   Empecé a hojear el libro y encontré lo que quería: formas de evitar una hipotermia. Leía todo por encima, pero mis ojos se pararon en una frase que venía a decir que es mejor estar desnudos para compartir el calor. Esperaba no tener que llegar a esos extremos porque… Uff… La última vez que vi a Taemin desnudo tuve que ir a ducharme con agua congelada para no comérmelo ahí mismo.

   Despejé mi mente (con cierta dificultad) del cuerpo desnudo de Taemin y continué con mi labor. Tenía que cargarme de mantas, edredones y abrigos con los que formar un nido en el que mantenernos calientes.

   Deshice las camas según miraba en las habitaciones e iba dejando lo que encontraba en el pasillo. Volvía a consultar el libro una y otra vez, y encontré que debía comprobar las ventanas.

   Hasta ese momento ni se me había pasado por la cabeza dirigirles ni una mirada, y lo que vi fue desolador. Las ventanas que daban a la montaña estaban completamente tapiadas por la nieve. Eché los pestillos y moví algunas cosas delante de ellas para evitar que estallasen por la presión. Me pregunté si al menos se vía alguna parte de la cabaña.

   Los gritos de Taemin, completamente angustiado, me devolvieron al mundo real.
   Bajé las escaleras e inmediatamente se lanzó a mis brazos, llorando y con lo que parecía que acabaría en un ataque de hipo.
   Una vez lo hube tranquilizado, le felicité por su pequeño fuego y nos dispusimos a colocar lo que sería nuestro refugio.

(∿°○°)∿ ︵ ǝʌol

   Lo primero en acabarse fue la comida. Apenas nos había durado 12 horas. También se acabaron la leña y los carbones. Maldecía cada vez más que no hubiéramos ido a comprar antes. Lo maldecía al menos diez veces cada minuto. Al final tuvimos que coger libros, sillas y mesas para usarlos como combustibles.
   Ambos observábamos cómo ardían los recuerdos y las fotografías de nuestros álbumes. Agradecí la tecnología digital y que tuviera las auténticas en mi portátil a salvo, en casa.
   Taemin daba cabezadas apoyado en mi hombro. Habíamos hablado de las posibilidades de nuestro rescate y habíamos reído imaginando las reacciones de Key y su voz chillona.
   Finalmente, nuestro fuego se apagó con el último álbum y el último pedazo de silla. Taemin intentaba controlarse pero era incapaz de evitar que sus dientes castañearan y que los espasmos recorrieran  su cuerpo.
   Agarré sus manos con la esperanza de no tener que llegar a desnudarnos. Sin embargo, me di cuenta de que probablemente sería nuestra última noche juntos y, de forma desinteresada, metí sus manos dentro de mis camisas, en contacto con mi cuerpo.
   Taemin dijo una frase que no comprendí por su constante castañeo, pero me imaginaba qué sería.

   -Está bien, Tae. Se me acaba de ocurrir una idea… -al final sí que acabaríamos desnudos. Le acerqué a mí y comencé a desvestirlo. Como siempre, se dejó hacer confiando ciegamente en mí.

   Sólo se quejó del frío, y comprendí por qué cuando yo también sentí el frío en mi templado cuerpo. Ignoré su mirada sobre mi cuerpo. Había decidido que no era indispensable quitarse la ropa interior. Cuando volvió a estremecerse decidí que era suficiente de mirarme.

   -Ven aquí… -no era mi intención hacerlo, pero el contacto con su cuerpo me impidió pensar y empecé a besarlo.

   Recorrí sus labios de forma audaz, lleno de deseo. La urgencia que sentía de tenerlo conmigo para siempre hizo que se me escapara una confesión.

-Te quiero,  Lee Tae Min. Y si esta va a ser la última noche de nuestras vidas, no voy a dejar que pase tan fácilmente.

(∿°○°)∿ ︵ ǝʌol

   Tengo un hombre desnudo entre mis brazos. Tengo a mi pequeño entre mis brazos. Aunque si lo ves de espaldas, parece una princesa… Una pequeña princesa dormida, esperando a su príncipe azul y su beso. Aunque en este caso fuera un equipo de rescate. Pero el beso sí podía dárselo.

   Cuando deposité el beso en sus labios me di cuenta que algo no iba bien. Estaban fríos. Comprobé sus manos y también estaban frías. No podía ser. No podía ser. No. No, no, no. No podía morirse ahora. No podía dejarme solo.

   Empecé a zarandearlo y a llamarlo. Grité su nombre mil veces más. No respondía…
   Lo cargué en brazos y lo llevé al baño. Mientras se calentaba y se llenaba la bañera, lo mantuve contra mi cuerpo, rodeados por toallas.

   Nos metí a los dos en la bañera. El agua estaba tan caliente que abrasaba mi piel. Esperé un poco para volver a comprobar su temperatura. Ya no estaba tan frío, pero sabía que esto no era el final.
   ¿Decía algo el libro de antes sobre qué hacer en estos casos? Daba igual, no era capaz de recordarlo.
   Dudé entre sacarlo y calentarlo con una toalla o si quedarnos dentro de la bañera. Me decidí por lo último. Quité el tapón y dejé que el agua, ya fría, huyera por el desagüe. Abrí la alcachofa de la ducha y nos situé debajo. ¡DEMONIOS! ¡Ahora sí que me estaba quemando!
   No sé cuánto tiempo llevábamos ahí debajo. Sólo sé que, de repente, algo que parecía un tornado abría la puerta. No me giré para ver quién era. No quería saberlo. Sólo quería que mi pequeño Taemin se calentara de una vez.

   -¡Jonghyun! ¡Onew! –era una voz sumamente aguda y familiar, y no sabía a quién me recordaba. Esos nombres… también me sonaban.- ¡Corred! ¡Mi pequeño Taeminnie! ¡Mi bebé!

   Noté que alguien intentaba apartarme de Taemin, pero mis músculos estaban agarrotados después de tanto tiempo bajo el agua en la misma posición. Tampoco podía hablar, mi garganta también estaba agarrotada.

   Cuando consiguieron quitarme a Taemin, perdí el conocimiento en brazos de alguien. Supongo que uno de los de rescate.
(∿°○°)∿ ︵ ǝʌol

   Desperté en un hospital. Solo. No había nadie entre mis brazos.
   Me levanté rápidamente de mi camilla y busqué a mí alrededor. Divisé la cama de Taemin, unas cuantas más allá de donde yo me encontraba.

   No sé cómo lo hice, pero llegué a sentarme a su lado. Tampoco me di cuenta de cuándo había agarrado su mano. Caliente. Caliente. Menos mal.

   Empezó a despertar y sentí el egoísta deseo de ser lo primero que viera. Cuando enfocó sus ojos hacia mí, y distinguió mis rasgos, una sonrisa se dibujó en su cara.

   -Buenos días, Taeminnie. - ¿”Buenos días”? No tenía ni idea de qué hora y día era, pero no me importaba. Una sonrisa se apoderó de mis labios. - Parece ser que aún vamos a tener unos cuantos años más para nosotros…



Atrapados en la montaña. (Taemin)

   Después de haber pasado todo el día en el bosque nevado regresamos a nuestra pequeña cabaña, situada a una distancia prudencial de la ladera de la montaña. De repente sentimos un fuerte estruendo. Una enorme masa de nieve, de dimensiones geológicas, se precipitaba sobre nosotros. Estábamos solos, aislados. Te miré a los ojos, intentado disimular mi terror, mi incertidumbre…
   Pero tú ya sabías que estaba ahí antes de que nuestros ojos se encontraran. Acercaste tu mano suavemente a mi mejilla antes de darme un tranquilizador beso en la frente.

   -Tae, no te preocupes. Vamos a estar bien, ¿vale? –me prometiste con una sonrisa en tus labios, los mismos que se habían encontrado de forma casual o intencionada con los míos tantas veces.

   Sentir que te preocupabas tanto por mí hizo que mi corazón se encogiera por no poder ser yo el que te reconfortara alguna vez. Decidí luchar contra las lágrimas de angustia que empezaban a asomar en mis ojos. Mientras tú fuiste a pedir que nos rescataran por teléfono, yo fui a intentar encender el fuego del enorme salón.

   Tropecé numerosas veces con el rojo sofá, lleno de cojines y mantas perfectamente dobladas, que estaba en medio de la sala. La mesa del café tampoco se libró de acabar tumbada en el suelo unas cuantas veces. Finalmente, conseguí encender un cómodo fuego sin quemarme a mí (o a la cabaña) en el intento. Me di cuenta que llevaba mucho tiempo sin oírte.

   -¿Minho-yah…? ¡Minho-yah! –Llevabas un rato desaparecido… - Minho-yah… ¿dónde estás? –empecé a desesperarme, no estabas en el piso de abajo y no conseguía tranquilizar mi corazón.

   -¿Taeminnie…? –Me llamaste desde las escaleras del segundo piso y pude notar que la angustia abandonaba mi pecho -¿Taemin? ¿Estás bien? ¿Por qué estás llorando…? –No me había dado cuenta de la humedad que recorría mis mejillas… -Está bien, Tae. Estaba comprobando que las ventanas estuvieran cerradas y que no pudiera pasar la nieve…

   Me lancé a tu pecho y dejé que el miedo recorriera mi ser. Otra vez había sucumbido a mis debilidades y no podría demostrarte que ya no era un niño de catorce años, sino que tenía veinte y que era capaz de cuidarte. Tus brazos rodearon mi espalda y tu cabeza se posó sobre la mía. Recorriste mi espalda desde los hombros a la cintura y ahí dejaste descansar tus grandes manos.


(∿°○°)∿ ︵ ǝʌol

  El tiempo transcurría lentamente. El fuego moría y nuestro último álbum de fotos se consumió rápidamente junto a la última silla de la cabaña. Seguíamos esperando nuestro prometido rescate.

   No podían olvidarse de nosotros. Onew, Jjong y Key-Umma no lo permitirían. Sobretodo Key-Umma.

  Sonreímos los dos al pensar en cómo debería de estar ahora, histérico perdido, amenazando de muerte a los guardabosques y al equipo de rescate.
  Seguro que su voz se había puesto tan aguda que  Jjong había tenido que llevárselo de ahí para que pudieran trabajar en condiciones.

(∿°○°)∿ ︵ ǝʌol

  Cuando se apagó el último resquicio de fuego notamos cómo descendía la temperatura de forma constante. Si hubiéramos tocado las ventanas, no hubiéramos hallado forma de separarnos después.

   Ya no nos bastaba con el nido de numerosas mantas que habíamos hecho. Cada vez tenía más frío y mis dientes empezaban a castañear. Pronto todo mi cuerpo estuvo temblando.

   Tus manos sujetaron las mías para calentarlas. Una vez pararon de temblar las metiste debajo de tus numerosas camisas, en contacto con tu piel.

   -M-Minho-yah…. N-no c-creo q-que eso s-sea l-lo me-mejor… -conseguí articular a través de mis helados labios.

   -Está bien, Tae. Se me acaba de ocurrir una idea… -me acercaste a ti y comenzaste a desvestirme, sin dejar que las mantas se cayeran de mi ahora semi-desnudo cuerpo.

   -¡M-Minho-yah! ¡Ahora s-sí q-que tengo f-frío! –me quejé en un intento de sobreponerme.

   Te reíste de mí y te desnudaste a ti mismo, dejándote sólo la ropa interior. Una vez desnudos los dos no pude evitar perder mi mirada por tu esbelto y cálido cuerpo. Cuando un escalofrío te recorrió entero, decidiste que ya no me dejarías observarte.

   -Ven aquí…  -soltaste un gruñido antes de empezar a besarme con pasión y no te detuviste salvo para hablarme. -Te quiero, Lee Taemin. Y si esta es la última noche de nuestras vidas, no voy a dejar que pase tan fácilmente.

   Lo último que recuerdo es sentir fuego por todo el cuerpo. Fuego y placer antes de caer dormido a tu lado, abrazándonos.


(∿°○°)∿ ︵ ǝʌol


   Desperté en una sala blanca. No sabía dónde estaba ni por qué. Lo único que sabía es que tu mano agarraba la mía y me transmitía calor.

   Ahí estabas tú, sumamente cerca de mí, casi tocándose nuestros labios.

   -Buenos días, Taeminnie –me dijiste sonriente-. Parece ser que aún vamos a tener unos cuantos años más para nosotros…

   No pude evitar sonreír y darte un profundo y sincero beso.


JULIA MUÑOZ, 2º Bachillerato A
1º premio prosa
(mayores de 16 años)



ESPADAS DE NOCHE

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ESPADAS DE NOCHE

Obviamente no podía dejar que ninguno de los dos acabara con la vida del otro, mi autoritario aunque querido amo Llamado Santiago empuñaba en su mano una espada bastante pesada, por lo que le sería más difícil tener cierta agilidad a la hora de contraatacar.  Frente a el, un joven, Llamado Lucas, de unos dieciséis años, bastante joven para desenvainar una espada en combate, pero en su mirada se notaba cierto grado de furia.

Ambos mantuvieron  las miradas durante un largo tiempo. La tensión se podía cortar en el aire con cuchillo, ni una mueca, ni un gesto...Situados a una notable distancia, y nada, no hacían nada. De repente, como si de la nada, casi a la par empezaron a Correr uno hacia el otro gritando enfurecidos, desenvainando las espadas al vuelo.

Al primer choque de sus armas le sucedieron unos cuantos más y, de pronto, una sacudida de ambos, cayeron al suelo casi sin aire, no veía muy claro el motivo de todo esto, desconocía qué tipo de suceso tan perturbador les había enloquecido de tal manera que les hiciera acabar batiéndose en duelo.
Se levantaron después de unos minutos en el suelo recobrando el aire, y comenzaron de nuevo a agitar las espadas en el aire. Sus gritos, casi gruñidos, producían un gran escándalo en aquel claro del bosque.

Algo ocurrió de repente, una desafortunada herida en la mano de aquel muchacho, producida seguramente por una estocada de mi amo, hizo que este arrojara sin querer su espada al suelo quedándose indefenso. 
El señor autoritario que mandaba sobre mí se aprovechó de este descuido fortuito, levantó su pierna en el aire y le propinó una patada en el pecho, un golpe seco que le hizo caer al suelo casi sin aliento.

Santiago Dispuso su espada en el gaznate de Aquel joven, ya está, un poco de presión sobre el mago de la afilada espada y esta le atravesaría el cuello de lado a lado. Lucas no opuso resistencia, ni siquiera imploró ningún tipo de compasión, parece ser que ahora el honor era más importante.

De repente, cuando Mi amo iba a proclamar su sentencia, se oyó de fondo el galopar de un caballo. Paró junto a mi un caballo blanco, quizás fuera de raza árabe.  Se quedaron suspensos al ver la extraña figura que se apeó del caballo, y con mucha cortesía fue a besar sus manos. Yo casi boquiabierto pude contemplar la belleza de aquella mujer, Rubia, de piel muy clara. Parecía levitar en el aire. Tomó asiento en el suelo y besó la frente del muchacho. Rompió de cuajo un lado de la falda blanca que vestía y lo enrolló y anudó a la mano de  Lucas taponando la herida. Creo que iba entendiendo el porqué de aquel estúpido duelo. Ambos no pronunciaban palabra alguna, simplemente contemplaban la belleza de aquella mujer y de vez en cuando se dedicaban alguna que otra mirada de Desprecio.

Aquella mujer se levantó grácilmente del suelo y tendió su mano a Lucas, el cual casi embobado se precipitó sobre sus labios. Ambos caminaban a la par con una sonrisa en los labios y se montaron en aquel caballo blanco perdiéndose inmediatamente en ese bosque oscuro.

Santiago, mi amo, hincó las rodilla en el suelo, y se queda cabizbajo llorando. No me atreví a acercarme a darle ningún tipo de animo puesto que sabía que sus heridas no se podían sanar de ningún modo. 

Desperté a la mañana siguiente con los primero rayos del sol sobre un manto de hierba verde en aquel claro del bosque en donde la noche anterior le habían roto el corazón a un caballero. Miré al frente, pero Santiago ya no se encontraba allí, solo su espada aún manchada de la sangre de Lucas, Y aunque lo busqué por todo el bosque, nunca más en la vida supe de Mi señor, ni del joven Lucas, ni de aquella hermosa mujer.

JOSÉ ANTONIO SÁNCHEZ, 2º Bachillerato B
2º premio prosa
(mayores 16 años)




lunes, 20 de mayo de 2013

DAMAS, CABALLEROS Y DRAGONES

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Damas, caballeros y dragones

Érase una vez en una no lejana y sí típica clase de lengua castellana y literatura de segundo de bachillerato, unos caballeros y doncellas del siglo XXI se encontraban analizando una ardua y complicada oración simple: “Beatriz y Santiago vendrán hoy a la fiesta”. En tan intrínsecas cavilaciones se encontraban sumidos todos que no se dieron cuenta de que el cielo se tornaba de otro color y comenzaba una fuerte lluvia (las persianas bajadas no eran una excusa). 

Era última hora, y tras finalizar el análisis sintáctico, como si de un regalo del cielo se tratase sonó el timbre y los estudiosos y pensativos alumnos salieron sin prisa, pero sin pausa de su sagrado templo, el instituto.

Entre aquellos alumnos existía un ser de incalculable belleza y nobleza llamada lady Marta. Ella y sus doncellas, tras dejar atrás las verjas del santuario en el que pasaban 35 horas semanales, se dispersaron a correr como el viento sin volver la cabeza atrás. No volverían a pensar en la frase de sintaxis nunca más, a no ser que el profesor la recordara en alguna clase de lengua futura.

Mientras lady Marta y compañía se dispersaban raudas y veloces, había otros quienes se quedaron suspensos al ver la extraña figura de un caballero de armadura oscura que se apeó de su caballo, suponemos que sería suyo o puede que fuera del rent-a-car, y que con mucha cortesía fue a besar las manos de lady Laura. Tras aquel gesto tan tierno, ambos se habían subido al caballo y se habían perdido a lo lejos, cabalgando por la verde pradera en dirección al castillo del caballero semanal de la inocente lady Laura. 

Tras quedarse vacío el templo estudiantil y cerrarse sus puertas hasta el próximo dies lunae, este se quedaba un tanto triste y con un aura de soledad injusta. Ya no estaba en vida el bedel que antaño lo guardaba los fines de semana, ya no estaban los perros amenazantes que procuraban la paz y la seguridad del edificio. 

Sus alumnos, desligados de los libros y los papiros, de las tareas y los ábacos, se perdían en los bosques disfrutando de su mocedad. Encendían hogueras y bailaban al son de laúdes tocados por apuestos caballeros de armadura brillante cuyas voces armoniosas entonaban canciones paganas. Movidos por la música y unos brebajes mágicos formaban tales estruendos que hacían preguntarse a las pobres e indefensas criaturas del bosque encantado si eran gentes de guerra las que atravesaban ese bosque tenebroso suyo, que hacía mucho que había dejado de asustar a los humanos. Menuda vergüenza sentían los dragones al aterrarse de aquellos modernos jóvenes, ¿dónde habían quedado las tradiciones? Se sentían simples camaleones, que tenían que camuflarse para pasar desapercibidos ¡cuán afligida era su decadencia! 

Y así era la vida, en aquellos tiempos, de esas ladies con ungüentos de bruja en sus rostros y esos caballeros de peinados desafiantes que adoraban cada uno de los rincones de sus liceos y los saberes que en ellos habían adquirido así como todos los recónditos lugares de los bosques mágicos que solían frecuentar. 

EMINA PERVAN, 2º Bachillerato A
1º accésit prosa
(mayores de 16 años)

CONSAGRACIÓN DE LA PRIMAVERA

Pensamientos primaverales de La Cañada

Consagración de la primavera

En una tarde húmeda, cuando faltaban apenas horas para que se produjese el equinoccio de primavera, se hallaba descansando en la charca Tomasa, la señora Culebra, cuando apareció por allí Paquita, la señora Rana.

- Hola, señora Tomasa, cuánto tiempo sin verla. ¿Cómo se encuentra?


-Hola, Paquita. Pues, mira, hija, ya me ves, descansando un poquito antes de seguir, que hoy me vienen a casa a cenar la pequeña y el mayor, y ya sabes tú lo que pasa, que una se tiene que tirar todo el día metida en la cocina.


- Anda, pues mira qué bien mujer, vas a tener a toda la familia reunida. ¿No va a ir tu Ana Mari?


- Ay, hija, mi Ana Mari... qué disgusto. ¿Sabes con que nos apareció hace dos meses? ¡Con que se ha enamorado de un culebro negro! Y ya ha tenido huevos y todo, todos ellos negros, claro. Al fin y al cabo son también mis nietos, y Dios sabe que yo los quiero a todos por igual, pero, por favor, hay que tener un poquito de sentido común. Que digo yo que si Dios puso a culebras negras por un lado y blancas por otro, será por alguna razón, digo yo. ¿O no crees que sea así, Paquita?


- No sea así, doña Tomasa, que los tiempos han cambiado mucho.


- ¿Que si han cambiado mucho? iMuchísimo! Y para mal. Ya me gustaría verlos cuando yo era joven, ya, les hubiera ido bien. Y es que esta juventud ya no tienen modales, ni respeto, ni nada. ¿Y sabes quién tiene la culpa Paquita? Toda esta gente que aparece en la televisión, armando jaleo que si huelga por aquí, que si huelga por allá, que si necesitamos una revolución... ¿Sabes que necesita esta gente? ¡Mano dura Paquita, mano dura ¡ A ver, no me vayas a malinterpretar, que tampoco hay que llegar a los extremos. Que no digo que volvamos a estar como hace cincuenta años, pero sí hay que tener un poquito de responsabilidad y tener las ideas más claras. El otro día, sin ir más lejos, leí en un periódico que se dejaron aquí en la orilla dos muchachos, un artículo sobre el presidente del gobierno que tienen ahí arriba. Y oye, que menos mal que existe gente como él que lucha por sus ciudadanos y que propone salir adelante. Y aun así no quieras saber tú la que le está cayendo.


- Hombre Tomasa, yo tengo entendido que allí arriba está formando una buena.


- Pamplinas Paquita, pamplinas. Lo que está haciendo es mejorar el sistema. Y el nuestro en concreto, ¿o tú que te crees, que de no ser por él ibais a estar tú y tu familia con vuestras patitas todavía? Pues no hija, no, estarían en la mesa de alguna familia de bien. Y es que esto está cada vez peor, y nosotros tenemos que dar gracias a que contamos con el sueldo que nos da Frank De La Jungla por aparecer en sus programas, que si no yo no sé de qué íbamos a vivir. Pero lo mejor de todo es que con la que está cayendo, hay gente que ganando un buen sueldo, aún se queja de su situación. Por ejemplo, los toros. Que dime tú Paquita qué queja tienen. Encima de que a pesar de ser un animal inútil se les da una muerte digna, y dinero suficiente para su familia, se quejan, iQue ahora dicen que son republicanos nada menos! Que están cansados de ser el icono español y quieren estar tranquilos. Pero bueno que barbaridad es esa del republicanismo. ¡Lo que deberían es estar eternamente agradecidos de ser uno de los iconos de nuestro país! Y encima sin Rey. ¿Qué es eso de que un país no tenga Rey? ¿Que somos, Portugal? Bueno, bueno... ¡Por no hablar de los búhos! Resulta que se han vuelto todos ateos, toditos ellos. Y tienen a todo el humedal revolucionado.


- Los buhos son muy sabios, saben de lo que hablan.


- i Qué van a saber esos descreídos! Pero bendita sea, como se piensan entonces que han aparecido ellos, que hemos aparecido todos nosotros y lo que nos rodea. ¿Por arte de magia? ¡Al infierno con ellos! Espero que Dios sea justo y sepa lo que hacer con esa clase de animales, que no les baste con arrepentirse en el último momento. ¡A ver si va a resultar que ahora entrar en el cielo va ser gratis! Dicen los muy resabiados que tenemos que leer a un tal Nietzsche. Porque claro, esa es otra. No imaginas tú la que les ha entrado a todos con el leer y la cultura. Sin ir más lejos, mi nieto, el mayor, dice que quiere ser músico y estudiar música a nivel profesional. ¿Qué oficio es ser músico? ¿Dónde ves tu que ponga "se busca músico"? Habráse visto. Pero además no cualquier música, que dice que le gusta la música clásica y el jazz.


- A mí me gusta el jazz.


- ¡Que te va a gustar a ti! i Anda, Paquita, por Dios, que no tienes ni idea! Chorradas, donde este Julito Iglesias... Ay señor... Mira, por ejemplo, el pequeño de la Carmen, que ya es abogado. Y el de la Manoli, notario. Pues claro, hombre, como tiene que ser. Yo me paro a pensarlo y me entran los siete males. En fin hija, que está el mundo loco. ¿A ti te va todo bien?


- No nos podemos quejar, de momento. ¿Y tu marido cómo anda?


- Pues con la cadera rota otra vez, y encima enfadado con el yerno. Un cuadro Paquita, un cuadro...


- Bueno, no se preocupe usted, ya verá como todo irá a mejor.


- Dios te oiga, hija, dios te oiga... Bueno, que ya se está echando el Sol y tengo que preparar todo en poco tiempo. Nos vemos pronto Paquita.


- Lo mismo digo señora Tomasa, ¡y disfrute está noche con los suyos!


Y así se separaron Tomasa, la señora culebra, y Paquita, la señora rana. Y toda la charca se preparó para el luto, pues no es un nacimiento, sino un entierro: la primavera llega para poner sus flores sobre la tumba del lívido invierno.



ADRIÁN CRESPO, 2º Bachillerato A
2º accésit prosa
(mayores de 16 años)

domingo, 19 de mayo de 2013

EL NIÑO QUE SE ENAMORÓ DE UN LIBRO

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El niño que se enamoró de un libro 

Esta es la historia de un niño que aprendió lo que era leer.

Un día Pablo se aburría tanto que decidió buscar un entretenimiento, encontró un libro y vaciló antes de abrirlo, pero al final lo abrió.
El primer capitulo le llamó tanto la atención, que decidió darle una
oportunidad. Empezó a leer y a leer, hasta engancharse, tanto que se sentía
dentro del libro.

De repent, su imaginación lo transportaba a la escena que leía en
el libro, en cada letra del libro sentía emoción. Nunca antes había sentido tanta satisfacción leyendo un libro.
Aunque le duró poco.

Pero,  ¡lo que le duró! Solo sabía hablar de su libro, le gustaba tanto que soñaba, que vivía lo que ese día había leído.

Como os he dicho eso no duró mucho, y cuando acabó el libro sintió un vacío enorme en su interior, y sabía que solo lo llenaría leyendo la siguiente entrega.
Todo se desmoronó de repente,  sus notas bajaron de forma alarmante y su forma de ser se agravó.

Sus padres, al darse cuenta, decidieron comprarle no solo la siguiente sino los dos siguientes. Pablo no sabía cómo agradecérselo a sus padres,  pero su satisfacción era enorme y todo volvió a su estado normal y sus padres se dieron cuenta de que solo necesitaban eso como
agradecimiento.

Pablo acabó el libro, aunque no haya encontrado nada parecido,  está contento de poder haber acabado todos los libros de esa historia.

Mario Cereceda, 2º ESO A, 
1º premio prosa 
(menores de 16 años)

MI MUNDO

"Sueños", de Littlepixer

MI MUNDO
En mi mente hay un lugar,
que reservado a los sueños...
mis visiones y deseos,
no lo puedo controlar.

Pero siempre que me duermo;
sin pedirme nada a cambio,
me adormezco en ese abrazo
y me permite soñar.

¡Quien te lo ha dicho!

Que soy una niña muy lista,
estudiosa y ejemplar
y aunque me gustan los sueños;
por más que me esfuerzo en ellos,
no los puedo controlar.

¡Quien te lo ha dicho!
Que yo sé, que en su abanico, 
siempre tengo protección,
que es mi Ángel de la Guarda, 
que siempre conmigo va, 
que me avisa de peligros 
y me da muchos amigos.
¡Quien te lo ha dicho!

Que ese lugar de mi mente
al que yo llamo “MI MUNDO",
guarda MIS SUEÑOS profundos,
mis visiones y deseos
mi mente y mi corazón.

No lo pueden controlar,
pero siempre que me duermo
(ÉL) me permite soñar.

Natalia Fernández, 2º ESO A
1º premio poesía 
(menores de 16 años)

viernes, 17 de mayo de 2013

ANTONIO MACHADO SE PASEA POR LA CAÑADA

Estos días azules...


Como ya venimos anunciando, en La Cañada aceptamos la propuesta de pasear con Machado, y hoy queremos mostraros el camino recorrido. Ha sido un paseo delicioso y muy enriquecedor, así que quizá no termine aquí...Desde los departamentos de Lengua y Literatura, Música, Dibujo y Diseño y Francés hemos planteado tareas diversas que tenían como objetivo común acercar la poesía y la vida de uno de nuestros poetas más destacados. El resultado es este espacio que hemos llamado "Estos días azules", pues así esperamos que lo recuerden nuestros alumnos. Para los profesores ha sido una experiencia muy estimulante, entre otras cosas, porque  ha sido una excusa para derribar paredes en las aulas y trabajar objetivos comunes. Una vez más, la propuesta de A pie de aula, Blogge@ando, Re(paso) de Lengua y Tres Tizas ha resultado muy interesante y motivadora.

Os invitamos a recorrer nuestro paseo. Como botón de muestra, dejo aquí este vídeo elaborado por Alba Ruiz y Beatriz Garrido, alumnas de 2º ESO B, sobre la vida del poeta. Se han convertido en expertas biógrafas de don Antonio, y han hecho una estupenda selección de imágenes, texto y música. Detrás de los apenas 6 minutos hay muchas horas de trabajo. Como ellas, el resto de alumnos se ha tomado con gran interés las distintas tareas, por lo que desde aquí, una vez más, tanto mis compañeros como yo, les  felicitamos por su esfuerzo. 



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viernes, 10 de mayo de 2013

LAS LECTURAS DE EL QUIJOTE (I)

Así vio Gustavo Doré a Don Quijote pensando en Valdovinos y el Marqués de Mantua
(DQ,  I, 5)

El final de curso está aquí, a la vuelta de la esquina, y en clase de Bachillerato estamos tratando de aprovechar las últimas semanas acercándonos a la literatura de los Siglos de Oro desde un texto al que le estamos dedicando cierto tiempo, como ya hicimos con  Coplas a la muerte de su padre o La Celestina: ni más ni menos que el sin par Don Quijote de la Mancha. Vamos a empezar a tirar del hilo desde el Romancero, que nos conducirá irremisiblemente a otros textos y a otros poetas. 
De momento, esta es la primera parada.



jueves, 2 de mayo de 2013

¿LEER ES VIVIR DOS VECES?

Juan Mata en Casa del Lector
Como ya anunciamos hace tiempo en este blog, Casa del Lector acoge esta primavera una serie de Diálogos de Lectura dirigidos a personas vinculadas a los libros desde distintas perspectivas. El primero de los diálogos, al que tuve el placer de asistir, contaba con la presencia de Juan Mata, profesor de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada y promotor de la Asociación Entrelibros. 

De entrada, me gustó mucho la manera en que Mata se presentó, como miembro de un grupo de personas que se dedica a llevar la lectura en voz alta a espacios en los que quizá, a priori, los libros no son una necesidad urgente, pero sí un maravilloso regalo: hospitales, cárceles, barrios marginales, asociaciones diversas.

Resumir en unas pocas líneas todo lo que se dijo y todas las reflexiones que este diálogo me provocó, todas las preguntas que quedaron abiertas y que están a la espera de su respuesta o al menos de un intento de búsqueda, me resulta muy difícil, pero voy a tratar de destacar lo esencial.

Mata partía de un hecho muy básico y esencial,  tanto, que a veces a los que andamos "entre libros", entre tanta dinámica lectora, se nos olvida: la lectura en voz alta. Leer a otro, compartir una lectura es iniciar un diálogo, una conversación. Es abrirle un mundo que se introduce suavemente a través del oído (¿hay algo más seductor que una hermosa voz?) y que lleva a su mente a iniciar un viaje o una aventura en los que quizá, inconscientemente- o a propósito, a veces- uno se siente protagonista. 

La literatura forma parte de la vida. Leer es vivir más, como lo es disfrutar del arte o de la música. Nosotros, los profesores que tratamos de que nuestros alumnos lean, los padres que pretendemos que nuestros hijos disfruten con la lectura, los adultos en general que pueden ser mediadores entre el joven y los libros, ¿qué podemos hacer para integrar la lectura en la vida?

Los profesores que leemos en clase sabemos que hay momentos -no muchos, por otra parte- en los que se produce un milagro... No sabes cómo ni por qué, pero ese día has leído  en clase algo que ni por lo más remoto pensabas que iba a causar esa pequeña revolución. Yo recuerdo uno de esos momentos  en un 3º de ESO un poco "duro", hace ya algunos años, leyendo unos fragmentos de las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique. La idea era inciar la clase con la lectura de un pequeño fragmento  y pasar a continuación, en la medida en que fuera posible, a hablar del poeta y del contexto en el que se escribió la obra. Mientras leía,  ("Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte"...) observé que se hacía un silencio denso, poco habitual en esa aula. Cuando me detuve, pidieron que leyera un poco más. Cuando di por concluida la lectura, hacían preguntas del tipo de de qué se murió su padre, o qué edad tenía Manrique entonces, si era verdad que estaba toda su familia delante...y algunos comentarios: uno que si a su amigo tal se le murió la madre cuando era pequeño; otro que él no quería ni pensar en ese momento; la de más allá, que ella como no había conocido a su padre no sabía que se podía sentir...Sonó el timbre, que interrumpió una de las intervenciones, pero la clase siguió un poco más, hasta que tuve que darla por concluida. 

Hablar a partir del libro siempre es más interesante que hablar del libro. Yo creo que la mayoría de los profesores intentamos anclar el libro a la vida,  porque sabemos que lo que se siente como ajeno no interesa. Otra cosa es que, a pesar de las buenas intenciones, lo consigamos. En esos diálogos hablamos  de la perversidad -a mí al menos me lo parece- de los currículos. En mi caso, profesora de Secundaria, no sabe una ya cómo hacer para acabar un programa inmenso, hacer que escriban y lean lo mejor posible, que no vayan por la vida sin saber qué es un atributo, que sepan quién escribió el Quijote y, a pesar de todo esto, que desarrollen el amor por la lectura, que, por otra parte, parece que es cosa exclusiva de "los de Lengua" (desde aquí, mi reconocimiento a mis compañeros de otras asignaturas que incluyen la lectura como parte de sus actividades).

Como madre creo que lo he tenido mucho más fácil. Mis hijos necesariamente han vinculado el libro y la lectura desde pequeños a un espacio íntimo y cálido que compartían con su papá o su mamá. También a otros actos relacionados con el  libro: la visita a la biblioteca, al cuentacuentos, a la librería, al Retiro en junio a la Feria del Libro...Ahora, adolescentes, son lectores distintos, con gustos que a veces comparto y otras no, con temporadas lectoras y otras no tanto.  No sé si en el futuro serán "buenos lectores" -¡tanta distracción acecha!- pero creo que llevan un germen dispuesto a brotar en las condiciones necesarias.

Mata planteó también que la literatura es una práctica que ayuda a las personas a construir su identidad. La lectura nos hace entrar en un estado de ensoñación en el que nuestra mente se abre a otros mundos. Somos "máquinas de soñar". Por eso, como adultos responsables de llevar el libro a los niños y adolescentes, debemos crear espacios en los que los jóvenes lectores puedan hacer transferencias del libro a la vida, es decir, puedan hacer que su mundo personal dialogue con el mundo de ficción; espacios en los que se puedan compartir estas experiencias  con otros (de nuevo el diálogo). El libro, la voz, son maravillosas herramientas que pueden ayudar a estas tareas.

(Recuerdo una película preciosa, basada en una novela, que fui a ver con mi compañera de Francés Chus Cubo y unos alumnos, Mis tardes con MargaritaLa tête en friche, en la versión original, algo así "cabeza en barbecho". Un hombre tosco, Germain (magnífico Depardieu), en la cincuentena, con muchas cuentas pendientes en su vida, conoce a una anciana  de 95 años en el parque  a la que empieza a frecuentar y con la que va a entretejer una amistad y una relación que le va a cambiar la vida. Margueritte, culta, educada, lectora infatigable, va a descubrirle a Gemain un universo al que nunca se sintió invitado y del que jamás pensó que pudiera formar parte: el de la palabra y los libros. No sé si hay muchos Germain o muchas Margueritte, pero la película es una delicia que se me vino a la cabeza en ese diálogo con Juan Mata y el resto de dialogantes).