Acceso al Monasterio de Suso en San Millán (La Rioja), en cuyo scriptorium trabajó Gonzalo de Berceo, el primer poeta conocido de la literatura en español. En el interior, a la izquierda, las tumbas de los Siete Infantes de Lara. |
(Lo que no sé si sabe Mª Eugenia es que leí esta Aldea y la no menos deliciosa El lindero, a pocos kilómetros de la cuna del español -y del euskera- escrito: el monasterio de San Millán de la Cogolla, el de yuso, donde se encontraron las Glosas Emilianenses...
De todas las casas de la Aldea brotaban vocales y consonantes. Jugaban unos segundos en el Jardín y después, atropellándose en medio de la algarabía imperante, se dirigían al puente que las conduciría a su destino, ya hechas palabras.
-¿Por qué algunas letras se quedan en el Jardín, no tienen adónde ir?
-Todas tienen un destino. Lo que sucede es que en la Aldea somos unas románticas empedernidas. A las primeras letras que salen de aquí -señaló en todas direcciones-, míralas, generalmente van de dos en dos, bien tomadas de la mano, las colmamos de bendiciones y recomendaciones, les pedimos que hagan muy feliz a la persona que las invocó y les prometemos que si la niña, el niño o el adulto logra adquirir la disciplina de la escritura, regresarán para motivar a sus hermanas y jugar por toda la eternidad en este idilíco lugar. En ocasiones regresan muy rápido, a la mayoría les lleva unos cuantos años y otras tardan décadas en hacerlo.
-¿Las de llos adultos que apenas comienzan a escribir también están por aquí?
-Claro. La única condición es que sean las primeras letras trazadas conscientemente. Algunos adultos que no han gozado de educación formal, que no han aprendido a leer y escribir se han visto obligados en ocasiones a escribir, su nombre, por ejemplo, en algún documento, quizá lo hicieron sin mucha conciencia de lo que significaba escribir.
-¿Y todas las primeras letras regresan? -Interrumpe la explicación.
-Desafortunadamente , por desgracia, tristemente, no. No toda la gente que ha disfrutado de la oprtunidad de acercarse y hacer suyas las letras la ha aprovechado. Hay quienes aunque sepan leer, no escriben si no se ven forzados a hacerlo, cuando mucho garabatean un recado y eso porque no les queda más remedio, o copian lo que otros escriben o transcriben lo que otrosn les dictan. Las primeras letras de esas personas nunca regresan, se pierden en el olvido. ¡No sabes qué desilusión nos provoca eso! En cambio, cuando un niño, un adolescente o un adulto escribe espontáneamente, no como parte de una tarea o trabajo, sino por el gusto de escribir un poema, una carta de amor, una canción, un cuento o lo que gustes y mandes, entonces, sus primeras letras, que habín permanecido revoloteando alrededor de su cabeza, regresan a este Jardín.
-Entonces, ¿entre estas primeras letras que revolotean por aquí se encuentran las que trazaron Gabriel García Márquez y Octavio Paz; María Elena Walsh, Rocío Sanz, María Baranda, Carlos Marianidis y Gustavo Vázque Lozano; Elena Garro, Marcela Serrano y Laura Esquivel, cuando eran chiquitos? -Dijo esos nombres, como queriendo lucirse, para que su guía no pensara que era una ignorante-
-Así es. Y no nada más están las de ellos, por ahí es muy fácil toparnos con las de Francisco de Quevedo, Lope de Vega, Horacio Quiroga, Jorge Luis Borges, Sor Juana Inés de la Cruz, Rosario Castellanos, Miguel Hernández, Federico García Lorca, Alfonso Reyes, José Martí, Efraín Huerta, Josefina Vicens, Rubén Darío, José Agustín, Martín Luis Guzmán, Fernando Benítez, Juan José Arreola, Ana María Matute, Julio Cortázar, Miguel de Cervantes Saavedra -dijo estos nombres como si reconociera en las animadas letras que revolotean sobre sus cabezas, los nombres de quienes les dieron la vida.
María Eugenia Mendoza Arrubarrena
Peligro en la Aldea de las Letras
México D. F., 2009, Libros del Rincón
pp. 100-102
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Querida Carlota: imaginarte leyendo mis libros en el monasterio de San Millán de la Cogolla me deja sin palabras, con lágrimas en los ojos y una emoción que está a punto de estallar en gritos para que en casa todos lean esta maravillosa reseña, te agradezco este exquisito regalo.
ResponderEliminarDesde mi convulsionado México recibe abrazos y besos en este Día del Español.
Querida Mª Eugenia: me alegra mucho que te haya gustado. Lo cierto es que llevaba mucho tiempo queriendo hacer alguna reseña de La Aldea. Casualmente, en estos días lo saqué para dárselo a leer a mi hija pequeña y pensé que era un buen momento el Día E: nadie mejor que la pequeña Hilaria para homenajear nuestra lengua. Un abrazo cálido, ma non troppo, que aquí el verano ya ha explotado...
ResponderEliminar¡No hay peligro en la Aldea de las Letras mientras haya profes de Lengua como tú!
ResponderEliminarMi queridísima Ana: gracias por el comentario en Blogmaníacos. Te deseo un verano descansado y lector para que vuelvas con nuevas energías en septiembre.
Ahora bien, como dice Wyoming: "¡volverás con más, pero no mejor, porque es imposibleeeee!" jajaja!
¡Felicidades por un año tan lleno de merecidísimos premios!
¡Hasta la vuelta, seño!
Je, je...¡Hasta la vuelta! Recargaremos las pilas todo lo posible: ha sido un curso extraño y duro, por otro lado con muchas satisfacciones. Las mejores: contar con compañeros como tú. Muchas gracias, Conchita, un beso enooooorme!
ResponderEliminarMe ha gustado el fragmento del libro y ya tengo una tarea para el verano, que va a ser leérmelo. Pero todo a su tiempo, que todavía no hemos terminado el trabajo.
ResponderEliminarQue pases un feliz verano!!!
El libro es delicioso, Virginia. No sé si lo podrá encontrar en España; sé que "El lindero", aunque está en SM, solo se edita en México. Ánimo, que ya queda menos, un beso y a disfrutar de las vacaciones :)
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