sábado, 24 de abril de 2010

ACASO MIENTRAS LEES





Hemos celebrado este Día del Libro, este San Jorge, Sant Jordi o San Cervantes, inevitablemente festivo, casi caótico, entre otras cosas, con un recital de poesía a cargo de nuestro compañero del Departamento de Lengua castellana y Literatura, Jesús Gómez Ayet. Tenía yo mucho empeño en que Jesús ofreciera una lectura de sus poemas, una charla con los alumnos o con quien tuviera a bien escucharle porque, a mí, la creación me parece un milagro. Yo descubrí el oficio de poeta de Jesús por casualidad. La culpa la tuvo una antología de poesía del Siglo de Oro que me encontré en la Biblioteca (un lugar que no deja de darme sorpresas, qué trabajo de años), con una muy buena selección de textos y una presentación de las vidas de los poetas en un tono que a mí me pareció distinto. Busqué al autor y se me quedó la boca en forma de "O" cuando descubrí que era el señor que acababa de dejar tomando un café. Fui a pedirle explicaciones: ¡"Cómo es posible que no hayas dicho ni !". A partir de ahí, "confesó" , no sólo eso, sino todo lo que llevaba escrito. No es que fuera un secreto: muchos compañeros lo sabían, e incluso habían leído algunos de sus libros. Pero tampoco es algo de lo que hable mucho. El caso es que me regaló uno de sus libros, El transcurso del sol (Madrid, Calambur, 2001), un poemario amoroso construido con precisión de orfebre, en el que el poeta y la amada recorren el espacio (lírico, interior, interestelar...) desde Aries, como hace el Sol. A partir de ahí, y después de leer su recién publicado Jesús en el desierto (Madrid, Vitruvio, 2010) he ido hacia atrás y he pasado por Con el cuerpo del mar (Vitruvio, 1997), su primer libro, y otros poemarios con nombres tan sugerentes como Efectos de la luna, Margalida y el mar, Acaso mientras duermes (Huerga & Fierro, 1999), Canto a la divinidad y Sacrilegios y consagraciones (ambos en Vitruvio).
Impresionada me ha dejado la coherencia de cada libro, la capacidad de crear imágenes, de conformar un universo personal y único poblado de mares, algas, aves, volcanes, peces, guerreros, ciervos, piedras, humores, olas, anémonas, cráteres, bocas, alas, sangre, islas, torres, labios, nubes, virus, oquedades, ojos, cuerpos...Me gusta el mecanismo exacto y preciso y la impecable simetría de sus poemas; la aparente sencillez de sus versos (hay sonetos, octavas reales, endecasílabos asonantados, versos blancos, libres...); el humor, la ternura; el don de transformar cualquier cosa, cualquier experiencia en materia poética.

El mar y el amor (a los hijos, a la esposa, a las criaturas acuáticas, terráqueas y celestes, a la Tierra, a la Luna, a la divinidad que late en todo ello) son, me parece, temas esenciales en su poesía (si no, tenemos la suerte de que puede contradecirme).

El salón de actos se ha llenado hasta los topes. Nada parecido a lo que pensábamos que iba a ser hace unos días: algo íntimo, con no demasiados alumnos...Si digo que había silencio sepulcral, me crecerá la nariz, pero Jesús ha leído sus poemas en silencio -algún que otro moscardón acallado con un "chissss"- y sin más interrupciones que los aplausos. Al igual que Félix, ha recibido un precioso regalo del Taller de Grabado de José Ignacio Sánchez Hierro.

10 comentarios:

  1. Qué preciosas palabras Carlota; encuentro en ellas exactitud y rigor pero también mimo y cariño. Qué bien lo explicas, ¡eres estupenda! Qué bonito ha tenido que ser escuchar a Jesús, con su sensibilidad y su buen hacer.... seguro que recita sus poemas mejor que nadie.

    Espero que me hagas la crítica... ¡cuando publique mi próximo libro, ja, ja !
    Muchos besos. ¡Y un abrazo a Jesús, que ha salido muy guapo en la foto!

    ResponderEliminar
  2. Lola, te agradezco esos buenos ojos con que me miras. Sí que lo ha sido, como lo fue el otro día escuchar a Félix. Está claro que tenemos que seguir mirando a derecha y a izquierda, que hay muchas cosas que merecen la pena.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  3. ¡Jo! ¡Menudo lujo tener un poeta así en casa! No lo conocía de nada, caramba. Voy a buscar sus libros, porque si tú nos dices que vale la pena es que vale la pena. Me tienes que presentar a este señor, Carlota. Abrazos.

    ResponderEliminar
  4. Abrazos, Biblos. Espero que te guste. Si no encuentras nada, yo te dejo algo.

    ResponderEliminar
  5. Anónimo12:31

    Qué de talento escondido y callado entre pizarras y tizas...

    ResponderEliminar
  6. Verdad, verdad, Trapi...

    ResponderEliminar
  7. ¡Me gusta muchísimo tu blog!

    ResponderEliminar
  8. ¡Muchas gracias, Javier! (Huuuumm, no sé, no sé, me huele a blogmaníaco...)

    ResponderEliminar
  9. Anónimo10:38

    Conozco a Jesús por su otra faceta profesional, y he de decir que es un rescatador de almas, almas que le encuentran casi sin buscarle, atormentadas, heridas, perdidas. Es un guía en el laberinto de lo etéreo, un guerrero de las sombras, una luz brillante resultado de la combustión de la infelicidad de quienes le siguen.

    ResponderEliminar
  10. Se sonrojaría sin remedio con esta preciosa definición, estimado anónimo. Un saludo, gracias por tu comentario.

    ResponderEliminar