viernes, 28 de junio de 2013

DE AULAS VIRTUALES, DÍAS AZULES Y DESPEDIDAS

Rosa, nuestra alumna más especial, se despide de su instituto, La Cañada
Foto de LolaMU

Junio llega a su fin, y con él este curso, tan igual y tan distinto a todos los cursos. 


Ha sido el curso de Edmodo, un aula virtual que conocí gracias a los profesores del instituto de mi hijo,y por cuyo uso me decidí después de leer este post de Antonio Omatos. Coincidía con la decisión de no tener libro de texto en 3º de ESO, hecho que si bien me ha dado cierto trabajillo, me gustaría tener oportunidad de poder repetir. Especialmente ahora que  se ven más inciativas en el patio docente de crear y elaborar materiales propios: es el caso de los textos  Marea Verde, o de la reciente propuesta de Lourdes Giraldo, un proyecto colaborativo para crear materiales propios en Infantil y Primaria. Los profesores, los departamentos didácticos tenemos -debemos- tener más criterio que dar el visto bueno a un determinado manual. Algunos son  útiles, pero a mí a veces me resultan más una carga que una ayuda. Me duele en el alma no acabar un libro que ha costado un dineral, bien porque son infinitos, bien porque no todo es aprovechable. Quizá el hecho de ser también  madre paganini  de libros escolares- me quedé si beca :-(- , y lo que agradezco cuando veo que profesores  de mis hijos que utilizan sus propios materiales  me redimen de aflojar la mosca, me lleva a mí a hacer lo mismo. Lo cierto es que la posibilidad de acceder a la inmensa biblioteca  de texos y recursos que es Internet, hacen cada día más difícil conformarse con un texto cerrado y limitado.

Aunque el hecho merece una reflexión mucho más profunda que la que tengo intención de dejar aquí, la experiencia de Edmodo ha sido positiva y muy interesante. Por distintas circunstancias, tengo la sensación de que no le he sacado todo el jugo que me hubiera gustado, pero tener la posibilidad de plantear tareas con  materiales mucho más variados que el libro de texto,  y con muchas más posibilidades de trabajo, ha sido un lujo.

Como somos pocos y bien avenidos, he podido disponer de las aulas de informática al menos en el 50% de las clases. (No, en Madrid nunca hemos tenido tabletas ni miniportátiles). Edmodo tiene una apariencia y un funcionamiento muy parecido a la de cualquier red social, y no hace falta decir que la novedad fue acogida con vítores y aplausos. Pero no se piense que ha sido la panacea, no. El alumno desmotivado o poco dado al trabajo no ha visto transformada su actitud a golpe de ratón, pero es verdad que al menos a estos les ha servido para interesarse por determinadas actividades que de manera tradicional ("pág. tal, ejercicio cual") hubiera sido imposible. Otros sí lo han aprovechado mucho al disponer y utilizar de materiales ricos y variados, algunos difícilmente accesibles en papel. Trabajar los medios de comunicación este curso ha sido una gozada con la enorme posibilidad que ofrece la red de acceder a periódicos de todo tipo (¡Ay, esas tardes de hacer recortables con el periódico!), de comparar el tono y el estilo de las distintas publicaciones y de realizar tareas como esta.

Edmodo permite proponer tareas ("asignaciones") con fecha de cierre y posbilidad de corrección, por supuesto con enlaces de todo tipo. También permite hace cuestionarios del tipo respuesta múltiple, verdadero o falso, o respuesta breve, que para algunas aspectos de la materia resulta muy práctico. Resulta muy útil para hacer comunicaciones o compartir vínculos de manera más discreta que en otro tipo de espacios webs; también para plantear preguntas que pueden ser contestadas en el "muro" del grupo con la posibilidad de que lo vean el resto de los compañeros. No permite los mensajes directos entre los alumnos, solo con el profesor, de manera que no pueden "charlar" en secreto.
Realizar tareas como esta de Fakebook o esta sobre líneas del tiempo de la literatura medieval es mucho más fácil desde el aula virtual: el alumno accede con comodidad desde su cuenta; puede reunir materiales para consultar de manera sencilla, así como cerrar la actividad y acceder de nuevo a ella cuando sea necesario.


Ha sido el curso de Estos días azules, el trabajo que hemos llevado a cabo dentro del proyecto Un paseo con Antonio Machado, del que ya hemos hablado aquí. Ha sido un placer trabajar con mis compañeros Lola del Corral, de Música, Mercedes Alted, de Francés, y José Carlos Pascual, de Educación Plástica. También ha sido muy gratificante descubrir qué bien han trabajado estos  alumnos de 2º de ESO -desconcertados, al principio: ¿qué es eso de abordar una tarea con el mismo objetivo desde cuatro asignaturas? ¡Están locos estos roma...digo, estos profesores!- pero muy animados después. 

Ha sido también el último curso de Rosa, mi alumna más especial, que como otros alumnos se marcha a seguir buscando su camino en la vida y a ampliar su formación. He querido ilustrar esta entrada con su caligrafía tierna, y con las  flores que nos deja como recuerdo de su paso por el centro. Será difícil olvidarla.

También es difícil no hacer una mención al desguace de la cosa educativa -y sanitaria, y laboral... que vivimos. Nuestro alumnado y nuestro trabajo ya están sufriendo en sus carnes sus efectos. Al menos me alegra comprobar que entre parte de mi alumnado se ha despertado una cierta conciencia crítica, un interés por conocer, opinar y participar de la vida pública, como no podía ser de otra manera. Yo sigo con mi camiseta verde, un poco más deslucida y vieja que hace dos cursos, pero la sigo paseando porque conviene tener presente que lo que perdamos va a ser difícil de recuperar.

Ahora, toca descanso, disfrute y entrega a otras tareas. Como siempre, los libros y el verano esperan, cálidos y acogedores, a que me pierda en ellos. Bendita evasión.

viernes, 21 de junio de 2013

JACOB' S DREAM

En estos días de notas, de evaluaciones, de cierre de proyectos, de llantos para unos y risas para otros, quiero compartir el precioso  trabajo de un exalumno, Alberto Trijueque, que ahora vuela por otros lares, pero que hacía que mereciera la pena  quebrarse la cabeza para que la Literatura universal fuera un plato apetecible. (¡Qué pena que perdí tu vídeo sobre los tópicos literarios en el fondo de mi viejo ordenador!). Alberto se presenta a un concurso de cortos para alumnos de Bachillerato, y a mí me encantaría que lo ganase todo, por su buen trabajo. ¡Suerte, Alberto! 

Si te gusta el vídeo, puedes votar aquí:

martes, 18 de junio de 2013

EL LAZARILLO EN FAKEBOOK


El Arcipreste de San Salvador, último amo de Lázaro, en Fakebook
Fakebook es una herramienta gratuita que ofrece el portal Class Tools y que imita el estilo y la dinámica de las redes sociales. Yo la conocí a través de Silvia González Goñi, quien es su Lengüetazos literarios muestra una actividad de elaboración de perfiles de personajes literarios y un excelente tutorial para que los alumnos aprendan a manejarlo. Si bien  la publicidad excesiva y  el hecho de que esté en inglés, unido a la impaciencia natural del alumnado por no acabar de leer las instrucciones,  y a la también natural tendencia a que los equipos escolares se cuelguen y demás sinsabores dificulta un poco la tarea, nos ha venido muy bien para rematar la lectura de El Lazarillo de Tormes con un buen sabor de boca. 

Como ya habíamos hecho la lectura completa en clase  y algunas tareas de comprensión y análisis, este ejercicio ha resultado relativamente sencillo de plantear: repartimos los personajes entre todos (incluidas vecinas de Lázaro y el anónimo autor) y les propuse elaborar un perfil del personaje a partir de los estados que escribieran en su muro. Como no se puede comentar de perfil a perfil como en el verdadero Facebook, ellos mismos debían escribir comentarios de otros personajes, o ponerse de acuerdo entre varios alumnos e intercambiarlos. Nos ha resultado muy útil trabajar desde el aula virtual, Edmodo, pues fácilmente todos pueden dejar la URL del personaje para que los demás puedan verlo y compartir comentarios.

La acogida fue estupenda, pero lo cierto es que después de la gracia inicial no todos se han tomado el mismo interés por retomar la lectura y escoger determinados aspectos del personaje que pudieran servir para el perfil: de hecho, algunos no han pasado de los tres o cuatro estados. En cualquier caso, como es muy sencilla de manejar, ha servido, como decía al principio, para rematar su lectura y el análisis hecho en clase en este final de curso, como siempre, agotador.

Aquí dejo algunos perfiles más (pulsa en el nombre para ver el perfil completo):
Tomé González, padre de Lázaro

El escudero

jueves, 30 de mayo de 2013

LA CABEZA DEL DRAGÓN

Valle-Inclán fotografiado en su casa
Procedencia de la imagen

Parece que este curso, en 2º de ESO, sin proponérnoslo, nos hemos dado un paseo, no excesivamente largo pero sí muy intenso, por los alrededores de la Generación del 98. Primero fue ese delicioso paseo con Antonio Machado, y ahora, en este final de primavera cuasi otoñal, nos hemos enganchado  del bracete de Don Ramón, y con algo que hacía estupendamente bien: el teatro. Por ello, como los niños que somos, hemos leído en clase La farsa infantil de la cabeza del dragón, y estamos a puntito de acabar estas tareas que pretenden, al hilo y después de la lectura, acercarnos un poquito a uno de las cabezas más fértiles de todos los tiempos.
El tono de farsa y de cuento infantil de la obrita es una delicia que nos ha hecho reír, pero  no se les han pasado por alto los mandobles que el bueno de Valle reparte a algunos de sus contemporáneos, especialmente a la realeza, ni cómo el autor a veces rompe el tópico que uno espera encontrarse en esta historia dedicada a los niños: Espandián, el "malo", por ejemplo, más que malo es un "lechuguino", como le llama su mujer, Geroma, al encontrarle vencido en su intento de engañar a la corte presentándose como el paladín de la infantina. Tanto es así, que uno de mis alumnos, después de leer esto:

EL PRÍNCIPE POMPÓN.-  ... El aire, el humo y el vacío son los tres elementos en que viven más a gusto los sabios.
EL PRÍNCIPE AJONJOLÍ.-  ¡Bien dice el príncipe Pompón! ¿No vemos al primer ministro del rey, nuestro padre? ¡Unos dicen que tiene la cabeza llena de humo! ¡Otros de aire! ¡Y otros que vacía!
EL PRÍNCIPE POMPÓN.-  ¡Y, sin embargo, todas las gacetas ponderan sus discursos y pregonan que es un sabio, príncipe Ajonjolí! El rey, nuestro padre, le confía el gobierno de sus Estados.
EL PRÍNCIPE VERDEMAR.-  Pero ya sabéis lo que dice la reina, nuestra madre, cuando le repela las barbas al rey, nuestro padre: ¡Una casa no se gobierna como un reino! ¡Una casa requiere mucha cabeza! Y el rey, nuestro padre, le da la razón.
EL PRÍNCIPE AJONJOLÍ.-  Porque es un bragazas. Pero el primer ministro no se la da, y dice que todas las mujeres, reinas o verduleras, son anarquistas.
(Escena I)

O esto: 

"Si corriste mundo, habrás visto cómo en España, donde nadie come, es la cosa más difícil el ser gracioso. Sólo en el congreso hacen allí gracia las payasadas. Sin duda porque los padres de la Patria comen en todas partes, hasta en España. Por lo demás, si no cobré mis salarios, fue por estar vacías las arcas reales.
[...] ¡Gasta mucho esa gente!

(Escena II)

preguntó si esta obra se acababa de escribir ahora, en nuestros días. No, le dije yo, pero cien años después, este Valle está más vivo que nunca. Ay, si  levantara la cabeza...


martes, 21 de mayo de 2013

ATRAPADOS EN LA MONTAÑA

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Atrapados en la montaña. (Minho)

   La avalancha había tapado todas las puertas y ventanas. Dejé que Taemin se peleara con el fuego y recé para que no acabáramos saliendo en llamas. Era tan sumamente torpe cuando se lo proponía…

    Me dirigí a la cocina a por el teléfono, sin muchas esperanzas de que hubiera línea. Tal y como esperaba, no funcionaba. Pensé en utilizar el teléfono móvil, pero estaba sin batería. Tal vez el de Taemin… No, imposible. Habíamos vuelto a la cabaña precisamente porque no lo encontraba.

   Sopesé todas nuestras posibilidades y llegué a la conclusión de que, por mucho que quisiéramos ayuda, estábamos aislados. Deseé que Taemin no hubiera perdido el móvil, así no tendríamos que haber venido y la avalancha nos hubiera pillado fuera, junto a Key, Onew y Jjong. Esperaba que esos tres estuvieran bien y que, en una escapada romántica, Jjong y Key no hubieran abandonado a Onew.
   Nuestra supervivencia era lo más importante. Debía comprobar nuestros víveres y ropa para calentarnos. Una vez comprobado los escasos alimentos que nos quedaban después de una semana de convivencia, recordé el motivo de nuestra salida tras haber pasado el día fuera: hacer la compra.
   No me rendí y seguí buscando en cajones y armarios. Al final, sólo encontré un libro de supervivencia. Agradecí mi suerte y me dirigí al segundo piso en busca de mantas. Podía escuchar cómo Taemin tiraba todo a su paso cada vez que hacía algo. No pude evitar una sonrisa.

   Empecé a hojear el libro y encontré lo que quería: formas de evitar una hipotermia. Leía todo por encima, pero mis ojos se pararon en una frase que venía a decir que es mejor estar desnudos para compartir el calor. Esperaba no tener que llegar a esos extremos porque… Uff… La última vez que vi a Taemin desnudo tuve que ir a ducharme con agua congelada para no comérmelo ahí mismo.

   Despejé mi mente (con cierta dificultad) del cuerpo desnudo de Taemin y continué con mi labor. Tenía que cargarme de mantas, edredones y abrigos con los que formar un nido en el que mantenernos calientes.

   Deshice las camas según miraba en las habitaciones e iba dejando lo que encontraba en el pasillo. Volvía a consultar el libro una y otra vez, y encontré que debía comprobar las ventanas.

   Hasta ese momento ni se me había pasado por la cabeza dirigirles ni una mirada, y lo que vi fue desolador. Las ventanas que daban a la montaña estaban completamente tapiadas por la nieve. Eché los pestillos y moví algunas cosas delante de ellas para evitar que estallasen por la presión. Me pregunté si al menos se vía alguna parte de la cabaña.

   Los gritos de Taemin, completamente angustiado, me devolvieron al mundo real.
   Bajé las escaleras e inmediatamente se lanzó a mis brazos, llorando y con lo que parecía que acabaría en un ataque de hipo.
   Una vez lo hube tranquilizado, le felicité por su pequeño fuego y nos dispusimos a colocar lo que sería nuestro refugio.

(∿°○°)∿ ︵ ǝʌol

   Lo primero en acabarse fue la comida. Apenas nos había durado 12 horas. También se acabaron la leña y los carbones. Maldecía cada vez más que no hubiéramos ido a comprar antes. Lo maldecía al menos diez veces cada minuto. Al final tuvimos que coger libros, sillas y mesas para usarlos como combustibles.
   Ambos observábamos cómo ardían los recuerdos y las fotografías de nuestros álbumes. Agradecí la tecnología digital y que tuviera las auténticas en mi portátil a salvo, en casa.
   Taemin daba cabezadas apoyado en mi hombro. Habíamos hablado de las posibilidades de nuestro rescate y habíamos reído imaginando las reacciones de Key y su voz chillona.
   Finalmente, nuestro fuego se apagó con el último álbum y el último pedazo de silla. Taemin intentaba controlarse pero era incapaz de evitar que sus dientes castañearan y que los espasmos recorrieran  su cuerpo.
   Agarré sus manos con la esperanza de no tener que llegar a desnudarnos. Sin embargo, me di cuenta de que probablemente sería nuestra última noche juntos y, de forma desinteresada, metí sus manos dentro de mis camisas, en contacto con mi cuerpo.
   Taemin dijo una frase que no comprendí por su constante castañeo, pero me imaginaba qué sería.

   -Está bien, Tae. Se me acaba de ocurrir una idea… -al final sí que acabaríamos desnudos. Le acerqué a mí y comencé a desvestirlo. Como siempre, se dejó hacer confiando ciegamente en mí.

   Sólo se quejó del frío, y comprendí por qué cuando yo también sentí el frío en mi templado cuerpo. Ignoré su mirada sobre mi cuerpo. Había decidido que no era indispensable quitarse la ropa interior. Cuando volvió a estremecerse decidí que era suficiente de mirarme.

   -Ven aquí… -no era mi intención hacerlo, pero el contacto con su cuerpo me impidió pensar y empecé a besarlo.

   Recorrí sus labios de forma audaz, lleno de deseo. La urgencia que sentía de tenerlo conmigo para siempre hizo que se me escapara una confesión.

-Te quiero,  Lee Tae Min. Y si esta va a ser la última noche de nuestras vidas, no voy a dejar que pase tan fácilmente.

(∿°○°)∿ ︵ ǝʌol

   Tengo un hombre desnudo entre mis brazos. Tengo a mi pequeño entre mis brazos. Aunque si lo ves de espaldas, parece una princesa… Una pequeña princesa dormida, esperando a su príncipe azul y su beso. Aunque en este caso fuera un equipo de rescate. Pero el beso sí podía dárselo.

   Cuando deposité el beso en sus labios me di cuenta que algo no iba bien. Estaban fríos. Comprobé sus manos y también estaban frías. No podía ser. No podía ser. No. No, no, no. No podía morirse ahora. No podía dejarme solo.

   Empecé a zarandearlo y a llamarlo. Grité su nombre mil veces más. No respondía…
   Lo cargué en brazos y lo llevé al baño. Mientras se calentaba y se llenaba la bañera, lo mantuve contra mi cuerpo, rodeados por toallas.

   Nos metí a los dos en la bañera. El agua estaba tan caliente que abrasaba mi piel. Esperé un poco para volver a comprobar su temperatura. Ya no estaba tan frío, pero sabía que esto no era el final.
   ¿Decía algo el libro de antes sobre qué hacer en estos casos? Daba igual, no era capaz de recordarlo.
   Dudé entre sacarlo y calentarlo con una toalla o si quedarnos dentro de la bañera. Me decidí por lo último. Quité el tapón y dejé que el agua, ya fría, huyera por el desagüe. Abrí la alcachofa de la ducha y nos situé debajo. ¡DEMONIOS! ¡Ahora sí que me estaba quemando!
   No sé cuánto tiempo llevábamos ahí debajo. Sólo sé que, de repente, algo que parecía un tornado abría la puerta. No me giré para ver quién era. No quería saberlo. Sólo quería que mi pequeño Taemin se calentara de una vez.

   -¡Jonghyun! ¡Onew! –era una voz sumamente aguda y familiar, y no sabía a quién me recordaba. Esos nombres… también me sonaban.- ¡Corred! ¡Mi pequeño Taeminnie! ¡Mi bebé!

   Noté que alguien intentaba apartarme de Taemin, pero mis músculos estaban agarrotados después de tanto tiempo bajo el agua en la misma posición. Tampoco podía hablar, mi garganta también estaba agarrotada.

   Cuando consiguieron quitarme a Taemin, perdí el conocimiento en brazos de alguien. Supongo que uno de los de rescate.
(∿°○°)∿ ︵ ǝʌol

   Desperté en un hospital. Solo. No había nadie entre mis brazos.
   Me levanté rápidamente de mi camilla y busqué a mí alrededor. Divisé la cama de Taemin, unas cuantas más allá de donde yo me encontraba.

   No sé cómo lo hice, pero llegué a sentarme a su lado. Tampoco me di cuenta de cuándo había agarrado su mano. Caliente. Caliente. Menos mal.

   Empezó a despertar y sentí el egoísta deseo de ser lo primero que viera. Cuando enfocó sus ojos hacia mí, y distinguió mis rasgos, una sonrisa se dibujó en su cara.

   -Buenos días, Taeminnie. - ¿”Buenos días”? No tenía ni idea de qué hora y día era, pero no me importaba. Una sonrisa se apoderó de mis labios. - Parece ser que aún vamos a tener unos cuantos años más para nosotros…



Atrapados en la montaña. (Taemin)

   Después de haber pasado todo el día en el bosque nevado regresamos a nuestra pequeña cabaña, situada a una distancia prudencial de la ladera de la montaña. De repente sentimos un fuerte estruendo. Una enorme masa de nieve, de dimensiones geológicas, se precipitaba sobre nosotros. Estábamos solos, aislados. Te miré a los ojos, intentado disimular mi terror, mi incertidumbre…
   Pero tú ya sabías que estaba ahí antes de que nuestros ojos se encontraran. Acercaste tu mano suavemente a mi mejilla antes de darme un tranquilizador beso en la frente.

   -Tae, no te preocupes. Vamos a estar bien, ¿vale? –me prometiste con una sonrisa en tus labios, los mismos que se habían encontrado de forma casual o intencionada con los míos tantas veces.

   Sentir que te preocupabas tanto por mí hizo que mi corazón se encogiera por no poder ser yo el que te reconfortara alguna vez. Decidí luchar contra las lágrimas de angustia que empezaban a asomar en mis ojos. Mientras tú fuiste a pedir que nos rescataran por teléfono, yo fui a intentar encender el fuego del enorme salón.

   Tropecé numerosas veces con el rojo sofá, lleno de cojines y mantas perfectamente dobladas, que estaba en medio de la sala. La mesa del café tampoco se libró de acabar tumbada en el suelo unas cuantas veces. Finalmente, conseguí encender un cómodo fuego sin quemarme a mí (o a la cabaña) en el intento. Me di cuenta que llevaba mucho tiempo sin oírte.

   -¿Minho-yah…? ¡Minho-yah! –Llevabas un rato desaparecido… - Minho-yah… ¿dónde estás? –empecé a desesperarme, no estabas en el piso de abajo y no conseguía tranquilizar mi corazón.

   -¿Taeminnie…? –Me llamaste desde las escaleras del segundo piso y pude notar que la angustia abandonaba mi pecho -¿Taemin? ¿Estás bien? ¿Por qué estás llorando…? –No me había dado cuenta de la humedad que recorría mis mejillas… -Está bien, Tae. Estaba comprobando que las ventanas estuvieran cerradas y que no pudiera pasar la nieve…

   Me lancé a tu pecho y dejé que el miedo recorriera mi ser. Otra vez había sucumbido a mis debilidades y no podría demostrarte que ya no era un niño de catorce años, sino que tenía veinte y que era capaz de cuidarte. Tus brazos rodearon mi espalda y tu cabeza se posó sobre la mía. Recorriste mi espalda desde los hombros a la cintura y ahí dejaste descansar tus grandes manos.


(∿°○°)∿ ︵ ǝʌol

  El tiempo transcurría lentamente. El fuego moría y nuestro último álbum de fotos se consumió rápidamente junto a la última silla de la cabaña. Seguíamos esperando nuestro prometido rescate.

   No podían olvidarse de nosotros. Onew, Jjong y Key-Umma no lo permitirían. Sobretodo Key-Umma.

  Sonreímos los dos al pensar en cómo debería de estar ahora, histérico perdido, amenazando de muerte a los guardabosques y al equipo de rescate.
  Seguro que su voz se había puesto tan aguda que  Jjong había tenido que llevárselo de ahí para que pudieran trabajar en condiciones.

(∿°○°)∿ ︵ ǝʌol

  Cuando se apagó el último resquicio de fuego notamos cómo descendía la temperatura de forma constante. Si hubiéramos tocado las ventanas, no hubiéramos hallado forma de separarnos después.

   Ya no nos bastaba con el nido de numerosas mantas que habíamos hecho. Cada vez tenía más frío y mis dientes empezaban a castañear. Pronto todo mi cuerpo estuvo temblando.

   Tus manos sujetaron las mías para calentarlas. Una vez pararon de temblar las metiste debajo de tus numerosas camisas, en contacto con tu piel.

   -M-Minho-yah…. N-no c-creo q-que eso s-sea l-lo me-mejor… -conseguí articular a través de mis helados labios.

   -Está bien, Tae. Se me acaba de ocurrir una idea… -me acercaste a ti y comenzaste a desvestirme, sin dejar que las mantas se cayeran de mi ahora semi-desnudo cuerpo.

   -¡M-Minho-yah! ¡Ahora s-sí q-que tengo f-frío! –me quejé en un intento de sobreponerme.

   Te reíste de mí y te desnudaste a ti mismo, dejándote sólo la ropa interior. Una vez desnudos los dos no pude evitar perder mi mirada por tu esbelto y cálido cuerpo. Cuando un escalofrío te recorrió entero, decidiste que ya no me dejarías observarte.

   -Ven aquí…  -soltaste un gruñido antes de empezar a besarme con pasión y no te detuviste salvo para hablarme. -Te quiero, Lee Taemin. Y si esta es la última noche de nuestras vidas, no voy a dejar que pase tan fácilmente.

   Lo último que recuerdo es sentir fuego por todo el cuerpo. Fuego y placer antes de caer dormido a tu lado, abrazándonos.


(∿°○°)∿ ︵ ǝʌol


   Desperté en una sala blanca. No sabía dónde estaba ni por qué. Lo único que sabía es que tu mano agarraba la mía y me transmitía calor.

   Ahí estabas tú, sumamente cerca de mí, casi tocándose nuestros labios.

   -Buenos días, Taeminnie –me dijiste sonriente-. Parece ser que aún vamos a tener unos cuantos años más para nosotros…

   No pude evitar sonreír y darte un profundo y sincero beso.


JULIA MUÑOZ, 2º Bachillerato A
1º premio prosa
(mayores de 16 años)



ESPADAS DE NOCHE

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ESPADAS DE NOCHE

Obviamente no podía dejar que ninguno de los dos acabara con la vida del otro, mi autoritario aunque querido amo Llamado Santiago empuñaba en su mano una espada bastante pesada, por lo que le sería más difícil tener cierta agilidad a la hora de contraatacar.  Frente a el, un joven, Llamado Lucas, de unos dieciséis años, bastante joven para desenvainar una espada en combate, pero en su mirada se notaba cierto grado de furia.

Ambos mantuvieron  las miradas durante un largo tiempo. La tensión se podía cortar en el aire con cuchillo, ni una mueca, ni un gesto...Situados a una notable distancia, y nada, no hacían nada. De repente, como si de la nada, casi a la par empezaron a Correr uno hacia el otro gritando enfurecidos, desenvainando las espadas al vuelo.

Al primer choque de sus armas le sucedieron unos cuantos más y, de pronto, una sacudida de ambos, cayeron al suelo casi sin aire, no veía muy claro el motivo de todo esto, desconocía qué tipo de suceso tan perturbador les había enloquecido de tal manera que les hiciera acabar batiéndose en duelo.
Se levantaron después de unos minutos en el suelo recobrando el aire, y comenzaron de nuevo a agitar las espadas en el aire. Sus gritos, casi gruñidos, producían un gran escándalo en aquel claro del bosque.

Algo ocurrió de repente, una desafortunada herida en la mano de aquel muchacho, producida seguramente por una estocada de mi amo, hizo que este arrojara sin querer su espada al suelo quedándose indefenso. 
El señor autoritario que mandaba sobre mí se aprovechó de este descuido fortuito, levantó su pierna en el aire y le propinó una patada en el pecho, un golpe seco que le hizo caer al suelo casi sin aliento.

Santiago Dispuso su espada en el gaznate de Aquel joven, ya está, un poco de presión sobre el mago de la afilada espada y esta le atravesaría el cuello de lado a lado. Lucas no opuso resistencia, ni siquiera imploró ningún tipo de compasión, parece ser que ahora el honor era más importante.

De repente, cuando Mi amo iba a proclamar su sentencia, se oyó de fondo el galopar de un caballo. Paró junto a mi un caballo blanco, quizás fuera de raza árabe.  Se quedaron suspensos al ver la extraña figura que se apeó del caballo, y con mucha cortesía fue a besar sus manos. Yo casi boquiabierto pude contemplar la belleza de aquella mujer, Rubia, de piel muy clara. Parecía levitar en el aire. Tomó asiento en el suelo y besó la frente del muchacho. Rompió de cuajo un lado de la falda blanca que vestía y lo enrolló y anudó a la mano de  Lucas taponando la herida. Creo que iba entendiendo el porqué de aquel estúpido duelo. Ambos no pronunciaban palabra alguna, simplemente contemplaban la belleza de aquella mujer y de vez en cuando se dedicaban alguna que otra mirada de Desprecio.

Aquella mujer se levantó grácilmente del suelo y tendió su mano a Lucas, el cual casi embobado se precipitó sobre sus labios. Ambos caminaban a la par con una sonrisa en los labios y se montaron en aquel caballo blanco perdiéndose inmediatamente en ese bosque oscuro.

Santiago, mi amo, hincó las rodilla en el suelo, y se queda cabizbajo llorando. No me atreví a acercarme a darle ningún tipo de animo puesto que sabía que sus heridas no se podían sanar de ningún modo. 

Desperté a la mañana siguiente con los primero rayos del sol sobre un manto de hierba verde en aquel claro del bosque en donde la noche anterior le habían roto el corazón a un caballero. Miré al frente, pero Santiago ya no se encontraba allí, solo su espada aún manchada de la sangre de Lucas, Y aunque lo busqué por todo el bosque, nunca más en la vida supe de Mi señor, ni del joven Lucas, ni de aquella hermosa mujer.

JOSÉ ANTONIO SÁNCHEZ, 2º Bachillerato B
2º premio prosa
(mayores 16 años)




lunes, 20 de mayo de 2013

DAMAS, CABALLEROS Y DRAGONES

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Damas, caballeros y dragones

Érase una vez en una no lejana y sí típica clase de lengua castellana y literatura de segundo de bachillerato, unos caballeros y doncellas del siglo XXI se encontraban analizando una ardua y complicada oración simple: “Beatriz y Santiago vendrán hoy a la fiesta”. En tan intrínsecas cavilaciones se encontraban sumidos todos que no se dieron cuenta de que el cielo se tornaba de otro color y comenzaba una fuerte lluvia (las persianas bajadas no eran una excusa). 

Era última hora, y tras finalizar el análisis sintáctico, como si de un regalo del cielo se tratase sonó el timbre y los estudiosos y pensativos alumnos salieron sin prisa, pero sin pausa de su sagrado templo, el instituto.

Entre aquellos alumnos existía un ser de incalculable belleza y nobleza llamada lady Marta. Ella y sus doncellas, tras dejar atrás las verjas del santuario en el que pasaban 35 horas semanales, se dispersaron a correr como el viento sin volver la cabeza atrás. No volverían a pensar en la frase de sintaxis nunca más, a no ser que el profesor la recordara en alguna clase de lengua futura.

Mientras lady Marta y compañía se dispersaban raudas y veloces, había otros quienes se quedaron suspensos al ver la extraña figura de un caballero de armadura oscura que se apeó de su caballo, suponemos que sería suyo o puede que fuera del rent-a-car, y que con mucha cortesía fue a besar las manos de lady Laura. Tras aquel gesto tan tierno, ambos se habían subido al caballo y se habían perdido a lo lejos, cabalgando por la verde pradera en dirección al castillo del caballero semanal de la inocente lady Laura. 

Tras quedarse vacío el templo estudiantil y cerrarse sus puertas hasta el próximo dies lunae, este se quedaba un tanto triste y con un aura de soledad injusta. Ya no estaba en vida el bedel que antaño lo guardaba los fines de semana, ya no estaban los perros amenazantes que procuraban la paz y la seguridad del edificio. 

Sus alumnos, desligados de los libros y los papiros, de las tareas y los ábacos, se perdían en los bosques disfrutando de su mocedad. Encendían hogueras y bailaban al son de laúdes tocados por apuestos caballeros de armadura brillante cuyas voces armoniosas entonaban canciones paganas. Movidos por la música y unos brebajes mágicos formaban tales estruendos que hacían preguntarse a las pobres e indefensas criaturas del bosque encantado si eran gentes de guerra las que atravesaban ese bosque tenebroso suyo, que hacía mucho que había dejado de asustar a los humanos. Menuda vergüenza sentían los dragones al aterrarse de aquellos modernos jóvenes, ¿dónde habían quedado las tradiciones? Se sentían simples camaleones, que tenían que camuflarse para pasar desapercibidos ¡cuán afligida era su decadencia! 

Y así era la vida, en aquellos tiempos, de esas ladies con ungüentos de bruja en sus rostros y esos caballeros de peinados desafiantes que adoraban cada uno de los rincones de sus liceos y los saberes que en ellos habían adquirido así como todos los recónditos lugares de los bosques mágicos que solían frecuentar. 

EMINA PERVAN, 2º Bachillerato A
1º accésit prosa
(mayores de 16 años)