jueves, 2 de mayo de 2013

¿LEER ES VIVIR DOS VECES?

Juan Mata en Casa del Lector
Como ya anunciamos hace tiempo en este blog, Casa del Lector acoge esta primavera una serie de Diálogos de Lectura dirigidos a personas vinculadas a los libros desde distintas perspectivas. El primero de los diálogos, al que tuve el placer de asistir, contaba con la presencia de Juan Mata, profesor de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada y promotor de la Asociación Entrelibros. 

De entrada, me gustó mucho la manera en que Mata se presentó, como miembro de un grupo de personas que se dedica a llevar la lectura en voz alta a espacios en los que quizá, a priori, los libros no son una necesidad urgente, pero sí un maravilloso regalo: hospitales, cárceles, barrios marginales, asociaciones diversas.

Resumir en unas pocas líneas todo lo que se dijo y todas las reflexiones que este diálogo me provocó, todas las preguntas que quedaron abiertas y que están a la espera de su respuesta o al menos de un intento de búsqueda, me resulta muy difícil, pero voy a tratar de destacar lo esencial.

Mata partía de un hecho muy básico y esencial,  tanto, que a veces a los que andamos "entre libros", entre tanta dinámica lectora, se nos olvida: la lectura en voz alta. Leer a otro, compartir una lectura es iniciar un diálogo, una conversación. Es abrirle un mundo que se introduce suavemente a través del oído (¿hay algo más seductor que una hermosa voz?) y que lleva a su mente a iniciar un viaje o una aventura en los que quizá, inconscientemente- o a propósito, a veces- uno se siente protagonista. 

La literatura forma parte de la vida. Leer es vivir más, como lo es disfrutar del arte o de la música. Nosotros, los profesores que tratamos de que nuestros alumnos lean, los padres que pretendemos que nuestros hijos disfruten con la lectura, los adultos en general que pueden ser mediadores entre el joven y los libros, ¿qué podemos hacer para integrar la lectura en la vida?

Los profesores que leemos en clase sabemos que hay momentos -no muchos, por otra parte- en los que se produce un milagro... No sabes cómo ni por qué, pero ese día has leído  en clase algo que ni por lo más remoto pensabas que iba a causar esa pequeña revolución. Yo recuerdo uno de esos momentos  en un 3º de ESO un poco "duro", hace ya algunos años, leyendo unos fragmentos de las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique. La idea era inciar la clase con la lectura de un pequeño fragmento  y pasar a continuación, en la medida en que fuera posible, a hablar del poeta y del contexto en el que se escribió la obra. Mientras leía,  ("Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte"...) observé que se hacía un silencio denso, poco habitual en esa aula. Cuando me detuve, pidieron que leyera un poco más. Cuando di por concluida la lectura, hacían preguntas del tipo de de qué se murió su padre, o qué edad tenía Manrique entonces, si era verdad que estaba toda su familia delante...y algunos comentarios: uno que si a su amigo tal se le murió la madre cuando era pequeño; otro que él no quería ni pensar en ese momento; la de más allá, que ella como no había conocido a su padre no sabía que se podía sentir...Sonó el timbre, que interrumpió una de las intervenciones, pero la clase siguió un poco más, hasta que tuve que darla por concluida. 

Hablar a partir del libro siempre es más interesante que hablar del libro. Yo creo que la mayoría de los profesores intentamos anclar el libro a la vida,  porque sabemos que lo que se siente como ajeno no interesa. Otra cosa es que, a pesar de las buenas intenciones, lo consigamos. En esos diálogos hablamos  de la perversidad -a mí al menos me lo parece- de los currículos. En mi caso, profesora de Secundaria, no sabe una ya cómo hacer para acabar un programa inmenso, hacer que escriban y lean lo mejor posible, que no vayan por la vida sin saber qué es un atributo, que sepan quién escribió el Quijote y, a pesar de todo esto, que desarrollen el amor por la lectura, que, por otra parte, parece que es cosa exclusiva de "los de Lengua" (desde aquí, mi reconocimiento a mis compañeros de otras asignaturas que incluyen la lectura como parte de sus actividades).

Como madre creo que lo he tenido mucho más fácil. Mis hijos necesariamente han vinculado el libro y la lectura desde pequeños a un espacio íntimo y cálido que compartían con su papá o su mamá. También a otros actos relacionados con el  libro: la visita a la biblioteca, al cuentacuentos, a la librería, al Retiro en junio a la Feria del Libro...Ahora, adolescentes, son lectores distintos, con gustos que a veces comparto y otras no, con temporadas lectoras y otras no tanto.  No sé si en el futuro serán "buenos lectores" -¡tanta distracción acecha!- pero creo que llevan un germen dispuesto a brotar en las condiciones necesarias.

Mata planteó también que la literatura es una práctica que ayuda a las personas a construir su identidad. La lectura nos hace entrar en un estado de ensoñación en el que nuestra mente se abre a otros mundos. Somos "máquinas de soñar". Por eso, como adultos responsables de llevar el libro a los niños y adolescentes, debemos crear espacios en los que los jóvenes lectores puedan hacer transferencias del libro a la vida, es decir, puedan hacer que su mundo personal dialogue con el mundo de ficción; espacios en los que se puedan compartir estas experiencias  con otros (de nuevo el diálogo). El libro, la voz, son maravillosas herramientas que pueden ayudar a estas tareas.

(Recuerdo una película preciosa, basada en una novela, que fui a ver con mi compañera de Francés Chus Cubo y unos alumnos, Mis tardes con MargaritaLa tête en friche, en la versión original, algo así "cabeza en barbecho". Un hombre tosco, Germain (magnífico Depardieu), en la cincuentena, con muchas cuentas pendientes en su vida, conoce a una anciana  de 95 años en el parque  a la que empieza a frecuentar y con la que va a entretejer una amistad y una relación que le va a cambiar la vida. Margueritte, culta, educada, lectora infatigable, va a descubrirle a Gemain un universo al que nunca se sintió invitado y del que jamás pensó que pudiera formar parte: el de la palabra y los libros. No sé si hay muchos Germain o muchas Margueritte, pero la película es una delicia que se me vino a la cabeza en ese diálogo con Juan Mata y el resto de dialogantes).


14 comentarios:

  1. Leer tus reflexiones me ha supuesto un viaje a otros momentos vividos en los que leer en el aula conduce a hablar de la vida...
    ¡Cómo me hubiera gustado estar ahí escuchando a Juan Mata y a los otros ponentes de este ciclo sobre la lectura!

    Me encantaron las frases "Leer es vivir más" y "Somos máquinas de soñar". Las tomo como lemas.

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    1. Lu, creo que esos momentos son de los más gratificantes que podemos compartir con nuestros alumnos. Escuchar a Msta fue una delicia, menos mal que se le pueden seguir los pasos en el blog. En cuanto a las frases que citas, a mí también me gustaron mucho, y estoy totalmente de acuerdo con el planteamiento de Mata. Un abrazo.

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  2. Gracias por este paseo por tus experiencias, me sumo a lo que dices del poder de la voz. Un saludo

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    1. Rocío, un placer compartir contigo esta experiencia. Tu reseña, como te dije, me animó a escribir. Un abrazo.

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  3. Interesante Juan Mata. Leer en clase, en voz alta, propiciando el diálogo y el debate, me parece esencial. Sin duda, hay cosas mucho más urgentes que acabar ese dichoso currículo (repetitivo hasta el empacho) que se nos impone. Yo estoy leyendo ahora "El guardián entre el centeno" a mis chicos de Diver. Es una experiencia estimulante. Algunos se me duermen, claro. Pero otros esperan expectantes el momento de volver al libro. Y hasta ha habido alguien capaz de buscar en Google qué pasa con los patos de Central Park cuando se hiela el lago. Sinceramente, no creo que el dominio de la sintaxis les pueda aportar -ni de lejos- lo que les aporta una lectura. Pero ya sabes: lo nuestro no es educar, sino instruir a futuros trabajadores útiles al sistema.
    Una entrada estupenda, compañera. Abrazos desde el Sur.

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    1. Pues sí, Inma, es muy interesante. Yo creo que leer en clase en voz alta es esencial. Los alumnos levantan la cara de la hoja y escuchan mirándote, pero en realidad no te miran: miran más allá, como buscando por detrás eso que escuchan. Como dices, algunos se duermen (quizá a la espera de la lectura que les haga levantar la vista, jeje), pero a otros les aprovechará, y mucho. Pero esto no luce a corto plazo, compañera. Un beso.

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  4. Me he quedado con unas ganas tremendas de poder participar en alguno de estos diálogos de lectura, pero el tiempo este curso no me ha dejado hueco para inscribirme, así que al menos me consuela acercarme a la experiencia a través de tu reflexión. Reconozco que en mi corta experiencia docente aún no he tenido demasiados milagros a raíz de la lectura, aunque sí recuerdo alguno con algún poema, algún relato o algún mito. De todas formas, viene muy bien leer entradas como estas que le ayudan a uno a pararse a reflexionar sobre lo que está haciendo y darse cuenta de que, a veces, en la vorágine de los proyectos, se pierden momentos necesarios, esenciales en una clase de Lengua y Literatura.

    En cuanto a la película, la pusieron en un viaje ami tierra en el Alvia y me encantó (normalmente prefiero ir leyendo, porque suelen poner pelis de poca enjundia, pero aquel día la sorpresa fue muy grata). No la conocía y fue un descubrimiento que espero llevar algún día al aula.

    Un saludo.

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  5. Javier, afortunadamente, además de los "diálogos", están los blogs de Mata, este de la Asociación que cito arriba y otro que tiene un poco abandonadillo, pero igualmente interesante para conocer sus reflexiones que se llama "Discreto lector", no sé si lo conoces: http://discretolector.blogspot.com.es/.
    La película es estupenda, creo, como tú, que se le puede sacar mucho partido en clase. ¡Un saludo!

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    1. El primero lo había anotado, pero ahora me apunto también el segundo. Muchas gracias por las recomendaciones :)

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  6. Estoy de acuerdo contigo, Carlota. Muchas veces priorizamos contenidos frente a lo realmente importante en nuestra asignatura: leer y escribir. Alguna vez en mi clase ha ocurrido un milagro de los que tú mencionas, toda la clase mirándote y, tras la lectura, el aluvión de preguntas y reflexiones que entroncan con la realidad. Esos momentos valen más que cualquier clase de gramática o sintaxis.

    En cuanto al título de tu entrada, leer no es vivir dos veces sino mil, cada una de las vidas de los personajes de nuestras lecturas, que viven en nuestra mente y en la del escritor que les dio vida y que revivimos cada vez que abrimos la página de un libro.

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    1. Virginia, después de tantos años dando clase, me estoy replanteando muchas cosas, y una es el enfoque del estudio de la literatura. Siempre he pensado que sin una buena selección de textos no vamos a ningún lado, pero resulta difícil salirse del carril al uso. Y sí, tienes razón, no es vivir dos veces, sino infinitas.
      (Siento no haber contestado antes, Virginia, pero andaba en otros menesteres :(

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  7. De tu larga entrada me ha gustado sobre todo la diferencia entre "Hablar sobre el libro" y "hablar del libro" . Quizás sea una de las estrategias más potentes para hacer que los alumnos vayan construyendo y apreciando el sentido de la lectura. Dejarles leer solos textos literarios es casi sinónimo de fracaso lo mismo que explicarles nosotros el "significado"del libro.
    Otra idea fundamental es leerles en voz alta porque una buena lectura acuna y es evocadora como casi ninguna otra práctica.
    De todas formas Juan Mata es un clásico. Yo tengo algún "incunable" suyo de los años 80 y no defrauda nunca.

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    1. Estoy cada vez más convencida: es la única manera de ofrecer la posibilidad de desarrollar criterio a nuestro alumnado. Las horas dedicadas a leer en clase son para mí las más valiosas. A partir de ahí se pueden plantear muchas tareas. En Bachillerato ahora mismo estamos leyendo El Quijote - no podré acabarlo, lo sé- y estoy intentando llegar a la Literatura del Siglo de Oro desde el propio texto. A ver qué pasa...
      Un abrazo para todas :-)

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