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Aprovechando que por estas fechas la cosa va de donjuanes, dejo aquí otra muestra de caballero arrogante, libertino, mujeriego, nocherniego y crápula donde los haya, don Félix de Montemar, el protagonista de El Estudiante de Salamanca, obra a la que pertenecen los versos que titulan esta entrada, hija de nuestro José de Espronceda, autor al que ya le hemos dedicado una entrada con motivo de la lectura de "La canción del pirata".
¡Quién sabe si Tim Burton leyó el poema y se inspiró, de alguna manera, para La novia cadáver...!
A mí me vino esto a las mientes al ver la escena final del cementerio de esta serie emitida por RTVE allá por el año 72, cuando un don Félix encarnado en Sancho Gracia está a punto de casarse con...¿una mujer? ¿Un espectro? ¿El mismísimo demonio?
En cualquier caso, que se va directo a las calderas de Pedro Botero está claro como el agua, no como nuestro Tenorio zorrillesco, que acaba salvando su alma en el último momento de su vida gracias a que el amor de Doña Inés le ha hecho arrepentirse de su vida disipada. Si en el fondo es casi como ese yerno que a todas las madres les gustaría tener...
(Aprovecho, por último, para celebrar entre donjuanes, castañas y calabazas el primer lustro de "En ocasiones... libros", que hay que ver cómo crecen estas criaturas y qué mayores nos hacen...)
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Memento mori
Pedro Páramo