No queremos dejar pasar que hoy, 18 de marzo, se celebra el nacimiento de Gabriel Celaya, nacido Rafael Gabriel Juan Múgica Laceta, el poeta de Hernani que vino a Madrid para hacerse ingeniero, que pasó por la Residencia de Estudiantes y se codeó con lo más granado de la cultura y la intelectualidad de la época: Unamuno, Ortega, Juan Ramón, Lorca, Dalí, Moreno Villa, Pablo Neruda...
Perteneció a la llamada Generación del 36 y fue, junto con Blas de Otero, un destacado representante de la llamada poesía social de los años 50, aunque su trayectoria poética fue muy variada. Celaya, el ingeniero, dejó el trabajo en la empresa familiar, padeció la cárcel franquista, fundó revistas, amó la vida y a Amparo Gastón, que fue la amada, la compañera y, sobre todo, escribió versos.
Para Gabriel Celaya, como recoge Vicente Tusón, "un poeta es, por de pronto, un hombre" y "ningún hombre puede ser neutral". La poesía es un instrumento para transformar el mundo, es "un arma cargada de futuro".
Vamos a recordarle con algunos de sus poemas. El primero quiero dedicárselo a Josefina Aldecoa, la escritora, la maestra, la compañera de Ignacio, que nos dejó hace dos días. El segundo -uno de mis preferidos-, como diría Manolito el de Carabanchel, al mundo mundial.
Educar es lo mismo
que poner un motor o una barca ...;
hay que medir, pensar, equilibrar ...;
y poner todo en marcha.
Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino, ...
un poco de pirata, ...
un poco de poeta, ...
y un kilo y medio de paciencia
concentrada.
Pero es consolador soñar
mientras uno trabaja,
que ese barco, ese niño,
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes, hacia islas lejanas.
Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá
nuestra bandera enarbolada.
Momentos felices
Cuando llueve, y reviso mis papeles, y acabo
tirando todo al fuego: poemas incompletos,
pagarés no pagados, cartas de amigos muertos,
fotografías, besos guardados en un libro,
renuncio al peso muerto de mi terco pasado,
soy fúlgido, engrandezco justo en cuanto me niego,
y así atizo las llamas, y salto la fogata,
y apenas si comprendo lo que al hacerlo siento,
¿no es la felicidad lo que me exalta?
Cuando salgo a la calle silbando alegremente
--el pitillo en los labios, el alma disponible--
y les hablo a los niños o me voy con las nubes,
mayo apunta y la brisa lo va todo ensanchando,
las muchachas estrenan sus escotes, sus brazos
desnudos y morenos, sus ojos asombrados,
y ríen ni ellas saben por qué sobreabundando,
salpican de alegría que así tiembla reciente,
¿no es la felicidad lo que siente?
Cuando llega un amigo, la casa está vacía,
pero mi amada saca jamón, anchoas, queso,
aceitunas, percebes, dos botellas de blanco,
y yo asisto al milagro --sé que todo es fiado--,
y no quiero pensar si podremos pagarlo;
y cuando sin medida bebemos y charlamos,
y el amigo es dichoso, cree que somos dichosos,
y lo somos quizá burlando así a la muerte,
¿no es felicidad lo que trasciende?
Cuando me he despertado, permanezco tendido
con el balcón abierto. Y amanece: las aves
trinan su algarabía pagana lindamente:
y debo levantarme, pero no me levanto;
y veo, boca arriba, reflejada en el techo
la ondulación del mar y el iris de su nácar,
y sigo allí tendido, y nada importa nada,
¿no aniquilo así el tiempo? ¿No me salvo del miedo?
¿No es felicidad lo que amanece?
Cuando voy al mercado, miro los abridores
y, apretando los dientes, las redondas cerezas,
los higos rezumantes, las ciruelas caídas
del árbol de la vida, con pecado sin duda
pues que tanto me tientan. Y pregunto su precio,
regateo, consigo por fin una rebaja,
mas terminado el juego, pago el doble y es poco,
y abre la vendedora sus ojos asombrados,
¿no es la felicidad lo que allí brota?
Cuando puedo decir: el día ha terminado.
Y con el día digo su trajín, su comercio,
la busca del dinero, la lucha de los muertos.
Y cuando así cansado, manchado, llego a casa,
me siento en la penumbra y enchufo el tocadiscos,
y acuden Kachaturian, o Mozart, o Vivaldi,
y la música reina, vuelvo a sentirme limpio,
sencillamente limpio y, pese a todo, indemne,
¿no es la felicidad lo que me envuelve?
Cuando tras dar mil vueltas a mis preocupaciones,
me acuerdo de un amigo, voy a verle, me dice:
"Estaba justamente pensando en ir a verte."
Y hablamos largamente, no de mis sinsabores,
pues él, aunque quisiera, no podría ayudarme,
sino de cómo van las cosas en Jordania,
de un libro de Neruda, de su sastre, del viento,
y al marcharme me siento consolado y tranquilo,
¿no es la felicidad lo que me vence?
Abrir nuestras ventanas; sentir el aire nuevo;
pasar por un camino que huele a madreselvas;
beber con un amigo; charlar o bien callarse;
sentir que el sentimiento de los otros es nuestro;
mirarse en unos ojos que nos miran sin mancha,
¿no es esto ser feliz pese a la muerte?
Vencido y traicionado, ver casi con cinismo
que no pueden quitarme nada más y que aún vivo,
¿no es la felicidad que no se vende?
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Jo, Carlota, qué preciosidad de poema el de "Educar", ¿cómo he podido vivir tanto tiempo sin conocerlo? Ahora mismo va para mi cuaderno de apuntes.
ResponderEliminarGracias, guapa
Apropiada y feliz elección. Buen fin de semana.
ResponderEliminarEl primer poema es un manifiesto poético sobre la educación. Cada vez que lo releo, mi alma de marinera, pirata y poeta se llena del recuerdo de niños que viajan por islotes habitados de peligros, por islas prósperas, por archipiélagos llenos de oportunidades y llevan en su carta náutica retazos de versos, poemas, cartas, novelas, historias inventadas...
ResponderEliminar(Menos mal que es viernes y tengo tiempo para escuchar este material sonoro tan valioso que enlazas).
Silvia, la primera vez que lo leí fue en una pared del colegio de mis hijos, cuando eran más pequeños. Estaba escrito con letrita de escolar, en papel continuo y adornado con dibujos de piratas, peces, soles, gaviotas. Me alegro de que te guste.
ResponderEliminarIgualmente para ti, Inma, te mando un beso.
Lu, esa es una de las cosas maravillosas que tiene nuestro trabajo: pensar que hay por ahí niños que ya no lo son que llevan consigo versos o prosas que un día leyeron sobre un pupitre. Y que eso les haga sentir bien. En cuanto a los podcast, ¡RNE es una mina!.
¡Besos a las tres y feliz fin de semana!
Maravillosa selección. Son poemas que emocionan a cualquiera. Gracias por recordarlos.
ResponderEliminarCierto, Antonio. Me gustan mucho los denostados poetas sociales, de esos que dicen que no hacen poesía porque parece que están hablando. La poesía de Celaya es profundamente conmovedora, o al menos a mí me lo parece. He estado escuchando la entrevista que le hicieron en RNE cuando ya estaba enfermo y sobrecoge. Un abrazo y felicidades (por eso de ser padre, vamos).
ResponderEliminarEl poema "Educar" me ha vuelto un poco nostálgica, recordando a todos esos alumnos que han pasado por mis manos a lo largo de los años y en los que, de un modo u otro, siempre queda algo de nosotros.
ResponderEliminarMagnífica elección, Carlota y gracias.
Un saludo.
Son preciosos Carlota; cuánta sabiduría en "Momentos felices" ¡me encanta!
ResponderEliminarMuchos besos.
Virginia, yo he tenido la oportunidad de seguir viendo a algunos alumnos después de muchos alumnos y es sorprendente las cosas que recuerdan. Da un poco de vértigo saber que en algunas personas encontramos, como dices, algo de nosotros. ¡Qué responsabilidad!
ResponderEliminarQuerida Lola, te deseo esos momentos felices y muchos más. A mí me parece que en el fondo es un poema muy triste, aunque me quedo con la idea de que, a pesar de todo, el poeta resiste con alegría y dignidad. Besos.
Soy adicta a tus preciosas selecciones de poemas que tan bien haces,y que sabes,que nos harán vibrar...¡Qué sensibilidad,profundidad..!..:"cuando viene un amigo..cuando salgo a la calle...".Gracias.Esta vez imprimiré yo, este colorido ramillete.Besos
ResponderEliminarBesos a ti, que tanto aprecias la poesía. Gracias por pasar por aquí.
ResponderEliminarQuerida Carlota:
ResponderEliminarLeo y releo los poemas seleccionados. Educar es un poético manifiesto de una profesión de la que dependen todas. Momentos felices me ha calado "...regateo, consigo por fin una rebaja,
mas terminado el juego, pago el doble y es poco..." Siempre será poco lo que se paga.
Me encanta conocer autores de la mano de toda una maestra.
Un abrazo muy cariñoso.
Querida Mª Eugenia: y yo encantada de que lo disfrutes. Gracias por tus amables palabras.
ResponderEliminarHola:
ResponderEliminarHe escrito un libro titulado "Celaya, esencial". Si deseais algún ejemplar, os lo puedo enviar por 15 euros, gastos de envío incluidos.
Saludos