Que este año se celebre el centenario de la muerte de León Tolstoi, (1828-1910), el gran novelista ruso, es una excelente excusa para hablar de una de sus obras más destacadas: Ana Karénina, una de las tres grandes novelas de la literatura europea y universal que tratan, entre otras muchas cosas, el tema del adulterio femenino: completan la trilogía La Regenta, de Clarín, y Madame Bovary, de Gustave Flaubert, que hemos leído este curso pasado en clase de Literatura universal. A mí me gustan muchísimo las tres, tanto que son de esas novelas a las que me gusta volver de vez en cuando. Pero si tuviera que quedarme con una, quizá sería con la novela de Tolstoi.
En Ana Karénina las emociones fuertes están desde la primera página hasta la última, sin tregua que nos deje recobrarnos. La obra está ambientada en la decadente Rusia de los zares, en esa sociedad de estructura medieval en el último tercio del siglo XIX en la que existía un enorme contraste entre el hambre y la miseria de los campesinos y la vida lujosa y relajada de los altos funcionarios y de la nobleza. La novela se estructura en torno a tres núcleos familiares relacionados entre sí:
Dolly y su marido, Stepan Arkadievich. Ella es una madre entregada a sus hijos, preocupada por cómo solventar los pequeños problemas que surgen en el día a día. Él, un tipo feliz que disfruta de su condición de noble: la ópera, el vino, los escarceos amorosos, las tertulias en las casas de la alta sociedad petersburguesa...Stepan es hermano de Ana y, por tanto, es el elemento que une a los Levin con Vronsky y los Karenin.
Kitty y Konstantin Dimitrievich (Levin, o Kostia). Kitty es la hermana pequeña de Dolly, un alma sencilla y sincera. Su relación con Levin nos tiene en vilo de principio a fin.
Levin es el personaje que más me gusta de la novela. Una personaje que supongo adorarían a partes iguales Baroja y Unamuno porque podría ser hijo tanto de uno como de otro. Es el hombre al que atormenta continuamente la necesidad de ser feliz y de entender cómo se llega a la felicidad. Es el noble que se siente incómodo en la corte y que por eso es feliz en el campo, trabajando al lado de los campesinos. Es la lucha entre el pensamiento y la acción. Es una especie de trasunto del propio Tolstoi quien, al igual que Levin, dedicó su vida a mejorar las condiciones de vida de los campesinos y no dejó de atormentarse con delicadas cuestiones intelectuales, espirituales, políticas y sociales en esa búsqueda incesante de la justicia (renunció a sus derechos de autor en los últimos años de su vida porque consideraba indigno el dinero que ganaba con la literatura). Kostia tiene dos hermanos: Nicolai, que muere tubercoloso y desencantado del mundo, y Sergei, un famoso escritor con el que no puede evitar tener una relación fría y distante, lejos de lo que él entiende debería ser una relación fraternal. Kostia, además, es gran amigo de Stepan, y tiene en la novela la función de presentarse, en cierta medida, como la antítesis de Ana ( él sí encuentra, después de una continua lucha consigo mismo, su lugar en el mundo).
Ana Karénina, Alexey Alexandrovich Karenin y Vronsky. Es el trío amoroso protagonista. Karenin es un alto funcionario, con el que Ana vive, tranquila y no sé si feliz, hasta que conoce a Vronsky. Tienen un hijo, Serioja. Vronsky es un joven militar con una prometedora carrera por delante que conoce casualmente a Ana en la estación porque ésta ha viajado desde San Petesburgo a Moscú junto a la madre de Vronsky. El enamoramiento es inmediato. Tanto, que Kitty, enamorada de Vronsky y convencida de que éste va a pedir su mano, rechaza a Levin cuando éste se declara, y después enferma al darse cuenta de que Vronsky se ha enamorado de Ana, hasta el punto de marchar a un balneario fuera de Rusia. Ana no es una mujer insatisfecha como Emma Bovary. Irradia, además de una belleza singularísima, serenidad y felicidad. El adulterio no es algo que Tolstoi deje para el final: se plantea en la primera de las ocho partes de la novela, y al final de la cuarta ya está decidida su marcha con su amante y con la hija que ha tenido con Vronsky, pero sin su querido hijo. En esto también se diferencia de Emma Bovary: en ésta no hay un solo ápice de amor maternal, y a Ana Karenina es precisamente la cuestión que más la aguijonea. Pero sí es un personaje que se convierte en un ser atormentado por los celos, por la duda, por el rechazo social, por los no reconocidos escrúpulos...
En la novela de Tolstoi hay numerosos personajes tan vivos como los principales. Hay también muchos espacios vinculados a los distintos personajes: Moscú, San Petesburgo, el campo, Italia, el balneario...Tolstoi centra la atención del lector en diferentes episodios narrativos: el baile de la primera parte, la carrera en la que Vronsky pierde a su yegua, la siega en la finca de Levin, la comida que ofrece Oblonsky (Stepan) a la alta sociedad, la muerte de Nicolai, el teatro, la visita de Ana a su hijo, la boda de Levin, el parto de Kitty, la muerte de Ana...(anda, se me ha escapado). Me encanta el estilo irónico y poético de Tolstoi, en el que también tiene cabida el simbolismo y lo onírico: los trenes y la estación -el lugar en el que el amor de Vronsky y Ana empieza y acaba- están presentes desde el principio. Y ese sueño que tiene Ana un par de veces -y Vronsky- en el que un hombrecillo se inclina sobre unos hierros... Y la muerte del propio Tolstoi, sobrevenida en una estación de tren...
Como no podía ser de otra manera (soy una mujer predecible), pongo esta joyita de la famosa película de Greta Garbo (sin desmerecer a Vivien Leigh), ni más ni menos que del año 1935. La escena en que Vronsky, tras seguir a Ana camino de San Petersburgo, le declara su amor. Qué tensión. Creo que necesito una buena novela negra para relajarme...
Menudo novelón precioso, Carlota. Después de tu entrada creo que voy a releer esta historia de la que había olvidado hasta algunos personajes.(Hará treinta años que la leí). Cuánta intensidad y cuánto sentimiento...éstas son las obras que a mi me gustan, je, je.
ResponderEliminarBesos.
Y a mí. Estoy feliz sólo de pensar toda la literatura rusa que me queda por leer :)
ResponderEliminarPues lo mismo que Lola, hace tanto que la leí que he olvidado la mayor parte de los personajes. Tu reseña es de las que despiertan un hambre voraz, así que tendré que releerla.
ResponderEliminarUn beso.
Ah, se me olvidaba que a ese magnífico terceto de novelas de adulterio podría sumarse El primo Basilio de Eça de Queiroz, no desmerece en absoluto.
Un beso, Carlota
Cierto, Elisa, en rigor, sería un "cuarteto". ¡Pues me alegro de haberos despertado el apetito!
ResponderEliminar:)
Muchas gracias por abrirnos el apetito. Ya no se escriben novelas así. Lo mejor de todo es que aún no la he leído. En cualquier momento me doy el festín y completo la trilogía. Por cierto, ¿cuándo comemos (o cenamos, o merendamos)?
ResponderEliminarQuerida Carlota:
ResponderEliminarMe sumo a las opiniones expresadas, después de leer cada entrada, comienzo a apilar libros o a apuntar los que no tengo y no debo perderme. La relectura es obligada en este caso. Se te agradece, además las ligas a las obras, así no hay pretexto desde el punto de vista de disponibilidad de las obras.
Te mando un abrazo. Feliz inicio de curso.
Hola Carlota. Yo leí Ana Karenina hace casi ocho años en una de esas circunstancias en las que es mejor poner buena cara al mal tiempo: en mi baja laboral por amenaza de parto prematuro. Fueron tres largos meses en los que me deje acompañar por los rusos: Chejov, Tolstói, Mijaíl Bulgákov (te recomiendo de este El maestro y Margarita, si no lo has leído). Tres meses no dan para muchos rusos. Ana Karenina es una auténtica delicia, aunque me resultaron tediosas las páginas dedicadas a la reforma agrícola. Me entran ganas de volver a leerla, la apuntaré para el próximo verano.
ResponderEliminarFeliz vuelta al ruedo. Besos.
¡Hola,Biblos! Como bien dices, se impone una xuntanza. Dovstoiesky decía que Tolstoi era Dios. Hombre, se le fue un poco la mano en la apreciación, pero no iba muy desencaminado...
ResponderEliminarMª Eugenia, a mí me pasa igual: tengo ya una enorme pila de recomendaciones.
Vaya, Hortensia, sí que fue una circunstancia delicada. No he leído a Blgákiv, así que tomo buena nota.
Besos para las tres.
¡Novelón de los que hacen época, desde luego!
ResponderEliminarAunque mi debilidad siempre ha sido Madame Bovary; la siento más cercana.
Por cierto, ¿te he dicho que mi hija se llama Emma?
¡Feliz regreso a las aulas, profe! ¡A disfrutar, que son sólo nueve meses! :))
Besos.
Feliz regreso también para ti. ¡Estoy deseando ver qué hacéis este curso los Blogmaníacos!
ResponderEliminarUn abrazo para ti y para Emma (la Bovary no, la tuya). Besos.
Yo también releí "Ana Karenina" hace relativamente poco, pues apenas la recordaba de un maratón de rusos que me metí en vena a los veinte años
ResponderEliminarSi pienso en una novela al estilo más clásico se me viene este título a la cabeza.Tiene todo lo esperable, lo canónico y, sin embargo, esto no le resta ni frescura ni modernidad ni una asombrosa y desnuda radiografía de los sentimientos.
Por esos azares literarios difícilmente explicables, últimamente todo me lleva a Tolstoi: el "Libro de réquiems" de Mauricio Wiesenthal ( estupenda fuente de información para los devoradores de vidas y muertes literarias) o los "Momentos estelares de la Humanidad" así como la biografía de Tolstoi, ambas obras de Stefan Zweig. Tres libros que te recomiendo encarecidamente y que recogen distintos momentos o aspectos de la apasionante personalidad y vida de este ruso inclasificable.
Por cierto, me sumo, apasionadamente, a otra recomendación: "El maestro y Margarita". Lo leí en tiempos de facultad y no lo he olvidado nunca. Y mira que ya han pasado años...
Tomo nota, Trapi. Un beso.
ResponderEliminarEs de agradecer que desempolves mis recuerdos de la lectura de esta obra. La tenía tan olvidada.
ResponderEliminar(Por cierto, ya que hablas de relajarte con una novela negra. Ahí va una recomendación.
Clandestino de James Ellroy.
Me gustaria leerlo, ese y muchos otros... pero creo que este año voy a tener de todo menos tiempo para leer...
ResponderEliminarGracias, Lu, el nombre ya me me parece muy sugerente...
ResponderEliminarKou shun'u: te deseo un buen comienzo de curso universitario, y no te deseperes por la falta de tiempo para leer ni para otors menesteres: ya lo encontrarás (el metro es la mejor biblioteca que conozco ;). Un beso.