sábado, 17 de enero de 2009

ELEGÍA A RAMÓN SIJÉ



Hace ya unas cuantas semanas, Gonzalo Muñoz, de 1º de Bachillerato A, me hizo en clase una sugerencia para el blog. Hablábamos de poesía, la que uno conoce gracias a la música. Me hablaba de unos poemas de Miguel Hernández y de Antonio Machado que sabe de memoria, por las canciones de Serrat. Envió unos comentarios a una entrada con unos enlaces de "YouTube" y, aunque no sé si éste se encontraba entre ellos, creo que sí responde a esa emoción que música y poesía comparten. ¿A que sí?

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas,
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas.
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos. . .
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada. .
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofe y hambrienta .
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de mis flores
pajareará tu alma colmenera .
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores. .
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas. .
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas...
de almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
(1 0 de enero de 1936)

3 comentarios:

  1. Anónimo20:55

    Uno de los poemas más desgarradores, plásticos y hermosos de nuestra poesía: recuerdo con exactitud el día que un lejano profe de instituto lo leyó en clase y, desde entonces, nunca ha dejado de emocionarme.

    ResponderEliminar
  2. Anónimo00:08

    Qué bien, Gonzalo! Sé que te emocionas con la música y con la poesía. Porque llevan a los corazones la ternura, la alegría, la pasión, el dolor... Y hay corazones que están abiertos de par en par.Como el tuyo. Hojas de limón.

    ResponderEliminar
  3. Gonzalo, ¿estás ahí? ¡Manifiéstate!

    ResponderEliminar